sábado, 13 de julio de 2024

Mi padre y el Rosario

De José Luis Salvia:

Mi padre, Victorio Carmelo Anacleto Salvia, hoy cumpliría 100 años y tengo bastantes recuerdos de él. Quizás aquellos que más recuerdo son los de su devoción y entrega, junto con mi madre, a la religión y a su servicio. 

Papá era de esas personas que si había que hacer algo en la iglesia siempre estaba dispuesto a ejecutarlo. Cómo electrotécnico que era cambió las instalaciones eléctricas de varias iglesias donde tenía amigos y sacerdotes conocidos, cobrándole solamente por los materiales. El todo trataba de resolverlo y era capaz, como lo hizo, de treparse a lo más alto de la cúpula verde de la Basílica San Antonio de Padua en Villa Devoto para cambiar los tubos de luz de la cruz que la coronaba o dar electricidad al escenario armado fuera de la Parroquia Inmaculada Virgen de Fátima cuando todavía era capilla, ante la visita de la Virgen Peregrina de Fátima venida de Portugal o de ponerse con otros miembros de la comunidad a limpiar la Iglesia de San Rafael Arcángel para las fiestas patronales o las fiestas de Pascua levantando bancos e imágenes.

Pero recuerdo un par de hechos de papá que tienen que ver con el Rosario de Nuestra Señora.

Por los mediados de los 70, se había organizado una campaña para fomentar el rezo del Rosario en las familias. Bajo el lema "Familia que reza unida permanece unida", la parroquia San Rafael Arcángel a la cual toda la familia asistíamos, se proyectaba en dos puntos dentro de los límites de la zona parroquial, los cortos de los 15 misterios del Rosario que había hecho el Padre Patrick Peyton. (Estos cortos pueden verse en YouTube).

Mi padre era miembro de los Hombres  de Acción Católica de la parroquia San Rafael Arcángel y yo de los jóvenes de Acción Católica. Todas las noches durante aproximadamente una semana, alrededor de las 19 horas cargábamos en una camioneta, de otro miembro, el proyector, los rollos de películas, una escalera alta y un telón, que generalmente era una tela blanca muy grande hasta las calles Tinogasta y Bermúdez en Devoto.

Allí mi padre ponía esa escalera alta contra la pared de la escuela pública Pedro Luis Comi y se trepaba a ella muy entusiasmado para colgar el telón. Una vez proyectado los dos cortos del día y después de una reflexión de cada uno, se desmontaba ese pequeño escenario y se volvía a guardar  todo para el día siguiente. Recuerdo cuando todos se acababa la alegría que tenía de haber cumplido con su tarea dedicándole tiempo a Cristo y a María y llevarle un pedacito de Evangelio a la gente.

El otro hecho que recuerdo fue a unos pocos días antes de su muerte. Él estaba internado en el Hospital Español de la ciudad de Buenos Aires por una leucemia mieloblástica aguda, la cual no tiene cura. En su cama tenía siempre el rosario a mano y lo rezaba constantemente cuando no tenía la compañía de algún familiar, amigo cursillista o amigo de la parroquia.

Un día, que estaba rezando su Rosario, apareció un joven enfermero del hospital que siempre lo atendía. El enfermero le preguntó: - "¿Está rezando el Rosario pidiendo por su cura?". Y mi padre le respondió: - "Por mi cura no, sino por la cura de todos los enfermos del hospital". El enfermero salió de la habitación llorando por la respuesta de mi padre.

Así era mi padre, una persona que junto con mi madre y que ahora ambos descansan en la paz del Señor juntos, nos enseñaron a mis hermanos y a mí a amar a Jesús y a su Madre.

Mi homenaje a él en su cmpleaños 100.

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