Justinión Aguilar lleva más de 30 años acudiendo puntualmente a rogar la intercesión de quien considera su "Madre Santísima", especialmente pidiendo por sus conocidos, salud y protección del mal. Pero sobre todo, a dar gracias: cuando era joven, montaba a un potro cuando le derribó, quedando paralítico sin remedio alguno. Con todo, su madre siempre le decía que le pidiese el milagro a la Virgen de Guadalupe.
"Yo no sé rezar mucho, ni fui a la escuela, pero a mi modo y a mi manera sí sé pedir y le pedí tanto a la Virgen", confiesa.
Ingresado durante semanas, débil y sin poder moverse, se mantuvo a flote ante la adversidad, sosteniéndose en la oración. Un día, sin motivo aparente más allá de una pomada, comenzó a poder incorporarse y caminar. Incluso ha trabajado en la construcción por sus propios medios.
"Los médicos me han querido cortar los pies para la prótesis, pero con lo que le he pedido a Ella he podido caminar. Me habían dicho que se me iban a podrir las rodillas, pero yo tengo tanta fe en mi Madre Santísima que no ha pasado y ya tengo tres años con esto. He sostenido mi mentalidad en Ella y la fe; la Virgen llega a todas partes, allá nos llega y cada año la velamos en casa, tengo mucha fe en Ella", concluye Aguilar.
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