Del sitio Church Pop:
El amor a la Virgen María caracteriza la vida de los santos. Muchos de ellos, a lo largo de los siglos, se han consagrado a nuestra Madre de diferentes maneras y ¡nos han enseñado a amarla!
1. San Ildefonso de Toledo: el "Siervo" de María
San Ildefonso, en el siglo VII, fue uno de los primeros en describirse a sí mismo como "esclavo" o "siervo" de María.
"Cuán solícito deseo hacerme esclavo de esta Señora, cuán fielmente me deleito en el yugo de esta esclavitud, cuán plenamente anhelo obedecer sus mandatos, cuán ardientemente deseo no verme nunca libre de su dominio, cuán ansiosamente anhelo no verme nunca lejos de servirla".
2. San Juan Damasceno: la 1ª Oración de Consagración a María
Este Doctor de la Iglesia fue un gran defensor de la fe en los primeros siglos del cristianismo.
"Oh Soberana, Madre de Dios y Virgen, unimos nuestras almas con la esperanza de que eres para nosotros como un ancla absolutamente firme e indestructible; te consagramos nuestro espíritu, nuestra alma, nuestro cuerpo, cada uno en su persona entera; queremos honrarte con salmos, himnos, cantos inspirados, tanto como esté dentro de nosotros; pues honrarte según tu dignidad está más allá de nuestras fuerzas. Si es verdad, según la palabra sagrada, que el honor rendido a otros siervos es prueba de amor hacia el Maestro común, ¿podemos ignorar el honor rendido a ti? ¿No deberíamos buscarlo celosamente? ¿No es incluso preferible al aliento de vida y no da vida? Así indicaremos mejor nuestra unión con nuestro Maestro".
3. San Bernardo de Claraval: las últimas palabras de la "Salve Regina"
En el siglo XI, san Bernardo escribió hermosas homilías sobre la Virgen y compuso las últimas palabras de la "Salve Regina": "Oh misericordiosa, oh piadosa, oh dulce Virgen María".
Se dice que repetía a menudo la hermosa oración: "Acuérdate, piadosísima Virgen María, de que nunca se ha oído decir que alguien haya recurrido a tu protección, implorado tu patrocinio y pedido tu ayuda, y haya quedado abandonado".
"Si se levanta el viento de la tentación, si la roca de la tribulación impide tu curso, mira a la estrella, invoca a María. Si te zarandean las olas del orgullo, de la ambición, del resentimiento, de los celos, mira a la misma, invoca a María. Si la ira, la avaricia, los deseos impuros sacuden el vaso de tu alma, mira a María. Si turbado por la enormidad de tus pecados, avergonzado por la fealdad de tu conciencia, atemorizado por el juicio divino, comienzas a dejarte hundir en la tristeza, a deslizarte en la desesperación, piensa en María. En tus peligros, en tus angustias, en tus dudas, piensa en María, invoca a María. Su nombre nunca abandone tus labios, nunca abandone tu corazón".
4. Santo Domingo de Guzmán: a quien la Virgen regaló el Rosario
Santo Domingo fue un religioso español del siglo XII, fundador de los dominicos. Según numerosos testimonios, en 1212, cerca de Toulouse, Domingo tuvo una aparición de la Virgen María, quien le entregó el Rosario (entonces llamado: "Salterio de la Virgen"), pidiéndole que difundiera esta oración en el mundo.
5. San Juan Diego: Vidente de la Virgen de Guadalupe
Juan Diego, nacido en México en 1474, era un nativo piadoso y bautizado. Cada semana recorría largas distancias para asistir a las predicaciones de los evangelizadores franciscanos y agustinos. El 9 de diciembre de 1531 se le apareció la Virgen María. María le dijo que pidiera al obispo que construyera allí una iglesia en su nombre.
6. San Luis María de Montfort: pionero de la mariología
A este santo, nacido en Montfort, Francia, en 1673, le debemos estas preciosas palabras: "A quien Dios quiere hacer muy santo, lo hace muy devoto de la Virgen María". Su libro "Tratado de la verdadera devoción a María" se ha difundido por todo el mundo con enorme provecho para sus lectores. El Papa Juan Pablo II tomó como lema una frase que este gran santo repetía a menudo: "Soy todo tuyo, oh María, y todo lo mío es tuyo".
7. Santa Bernadette de Soubirous: la primera en conocer a María como Inmaculada
El 11 de febrero de 1858, Bernadette, de 14 años, salió con su hermana y una amiga en busca de leña. En una gruta, Bernadette vio "una señora vestida de blanco". El 25 de marzo, la Virgen María se presentó como la Inmaculada Concepción. A través de estos encuentros con la Virgen, Bernadette se dio cuenta de que Dios se interesaba por ella, que se acercaba a los más pobres entre los pobres y así su devoción se extendió por todo el mundo.
8. Santa Catalina Labouré: la Medalla Milagrosa
Nacida en Francia en 1806, Catalina pertenecía a la congregación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. A la edad de 24 años, la noche del 18 de julio de 1830, fue despertada por la voz de un niño que le dijo: "Hermana, todos duermen, ven a la capilla, la Santísima Virgen te espera". De esta aparición y de otras posteriores nació la medalla milagrosa.
9. San Francisco y Santa Jacinta Marto: los Pastorcitos de Fátima
Desde el 13 de mayo de 1917, la Santísima Virgen se apareció seis veces en Fátima, Portugal, a tres niños pastores: Lucía, Francisco y Jacinta. Gracias a estas apariciones, el rezo del Rosario se extendió por todo el mundo, junto con la devoción a Nuestra Señora del Rosario de Fátima.
10. San Juan Pablo II: Totus tuus
San Juan Pablo II consagró su pontificado a María e hizo suyo el lema "Totus tuus" (todo tuyo).
"En los años de mi juventud, me ayudó mucho la lectura de este libro: 'Tratado de la verdadera devoción a María', en el que encontré la respuesta a mis dudas, debidas al temor de que el culto a María, si era excesivo, acabara comprometiendo la supremacía del culto debido a Cristo. (...) Bajo la sabia guía de San Luis María comprendí que, si se vive el misterio de María en Cristo, ese peligro no existe".
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