El papa León XIII fue conocido como "el Papa del Rosario". En efecto, de las 81 encíclicas que escribió durante su pontificado (1878-1903), doce se refieren a la Virgen María y once más precisamente al Rosario: estas encíclicas forman, por tanto, una serie de enseñanzas y exhortaciones en las que el Santo Padre destacó la importancia de esta oración.
En este mes de octubre, recordemos los acontecimientos que llevaron al Papa a hacer de este décimo mes del año el “mes del Rosario”, en su encíclica Supremi apostolatus del 1 de septiembre de 1893:
"Hacia finales del siglo XII, los herejes albigenses, nacidos de la secta de los últimos maniqueos, diseminaron por el sur de Francia y por todos los demás países del mundo latino sus perniciosos errores. Llevando a todas partes el terror de sus armas, extendieron su dominio mediante el asesinato y la ruina. (...) Santo Domingo avanzó no con violencia y armas, sino con la fe más absoluta en esta devoción al Santo Rosario que fue el primero en divulgar. La piedad, la buena fe, la armonía comenzaron a arraigar nuevamente y los proyectos de los herejes, así como sus artificios, comenzaron a perder vigor".
“Queremos que el mes de octubre de este año esté dedicado especial e íntegramente a la Reina del Rosario. (…) Que celebremos solemnemente con especiales y espléndidos servicios, los oficios del Rosario. (…) Así, desde el primer día del mes de octubre hasta el 2 de noviembre se rezan cinco decenas del Rosario, añadiendo las Letanías (...) Deseamos que al mismo tiempo digamos Misa y expongamos el Santísimo Sacramento..." (Supremi apostolatus, 1 de septiembre de 1883).
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