El 1 de septiembre de 1639, durante una batalla naval frente a las costas genovesas (Italia) entre las galeras de Francia contra las de España, mucho más numerosas, un soldado francés, Jean Démotian, originario de la localidad de Grasse, invocó a la Virgen María en el momento del combate.
Prometió a la Virgen, bajo el nombre de Nuestra Señora de Bargemon, ir a rezarle en peregrinación y hacer decir misas allí, si conseguía escapar de la esclavitud y de la muerte.
Su oración fue tan felizmente correspondida, que su abrigo le sirvió de escudo a pesar de que había recibido varias balas de mosquete, las cuales se detuvieron entre los pliegues de este, mientras muchos de sus compañeros de galera ¡murieron o resultaron heridos!
Al regresar del combate, Jean Démotian fue a colocar su abrigo acribillado a balazos al pie de Nuestra Señora de Bargemon y su testimonio quedó registrado en el libro de los Tesoros de la Madre de Dios, en el santuario de Bargemon.
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