Los verdaderos amantes de Jesús y María son los Santos. Ellos están ahora en el cielo por toda la eternidad, alabando a Dios con la Reina de todos los santos- La Santísima Virgen María. Los santos nos pueden enseñar a amar a Jesús a través de nuestro amor, devoción y confianza en María. La Virgen no nos aleja de Dios. Al contrario, Ella nos acerca a Dios.
De hecho, las últimas palabras de María que se pueden encontrar en la Biblia son "Hagan todo lo que Él les diga". (Juan 2,5) ¡El mejor consejo que podamos recibir! Si tan solo pudiésemos todos seguir y obedecer estas palabras de sabiduría, enseñadas por María: "Trono de la eterna sabiduría".
A continuación encontraremos cinco explosivas expresiones de los santos sobre su ardiente amor por María. La "frase Mariana" será citada y seguida de una breve explicación.
Con el Santo Papa Juan Pablo II demos todo a Jesús por medio de María. "Totus Tuus, Ego Sum..."
1. Santa Faustina y Nuestra Señora de la Divina Misericordia.
San Alfonso María de Ligorio escribió un clásico mariano "Las Glorias de María". Este gran Doctor de la Iglesia asegura que en Dios hay una armoniosa integración de justicia y misericordia.
Sin embargo, María es pura MISERICORDIA, y es llamada la Madre de Misericordia. Así que mientras, rezamos La Salve: "Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve..."
Igualmente importante en el Diario de la Divina Misericordia, Santa Faustina Kowalska exalta la misericordia de Dios, así como el rol de María en la dispensa de la misericordia de Dios. Leamos, meditemos y oremos...
"Para expresar dignamente la misericordia del Señor, nos unimos a Tu madre Inmaculada, porque así nuestro himno te será más agradable, ya que Ella ha sido elegida entre los ángeles y los hombres. A través de Ella, como a través del cristal puro, ha llegado a nosotros Tu misericordia, por su mérito el hombre se hizo agradable a Dios, por su mérito todos los torrentes de gracias fluyen sobre nosotros." (Diario: La Divina Misericordia en mi Alma, n°1746)
2. San Juan María Vianney (El Santo Cura de Ars).
Tras el engaño del diablo a Adán y Eva resultó el pecado original. Hasta el día que demos nuestro último suspiro, el diablo estará acechándonos, merodeando para tentarnos y hacernos caer y esclavizarnos. Pero si recurrimos a María, el diablo prenderá vuelo y la victoria será nuestra. Pongamos atención al consejo del Santo Cura de Ars.
"Si invocas a la Santísima Virgen, cuando el enemigo te tiente, llegará María a tu auxilio y Satanás se apartará de ti".
¿Se ha sentido alguna vez preocupado, cansado, tenso o estresado? ¿Por qué no acude a María invocando su dulcísimo nombre? Veamos lo que es el consejo de una santa de nuestros tiempos: Santa Madre Teresa de Calcuta:
"Si al comienzo del día estás triste, llama a Nuestra Señora, haz esta simple oración: "María Madre de Jesús, sé mi Madre en este momento" Admito que, esta oración jamás me ha fallado".
San Maximiliano Kolbe es otro santo moderno. De niño, Nuestra Señora se le apareció y le ofreció a que escogiera entre dos coronas, una roja y la otra blanca. Él escogió ambas; la blanca, significando la pureza y su consagración a la vida religiosa; la roja era profecía de su martirio.
Maximiliano Kolbe decía que no intentáramos luchar contra el diablo solos, más bien que recurramos a María. Esto nos dice Kolbe:
"La lucha contra el infierno no la pueden ganar los hombres, aún los más astutos. Solo la Inmaculada posee la promesa de Dios de la victoria sobre Satanás".
5. San Alfonso María de Ligorio.
La virtud más grande que el corazón humano puede cultivar es la virtud de la caridad. La caridad es un amor sobrenatural a Dios y al prójimo. Pero ni el amor del ángel del más alto coro ni el amor más ardiente del más grande santo se puede comparar al amor ardiente, inmenso, vivo y constante del Inmaculado y misericordioso Corazón de la Madre de Dios.
San Alfonso María de Ligorio describió con estas palabras el inefable amor que arde en el corazón de María.
"Pidamos a Nuestra Madre Santísima una pequeña chispa de este amor para encender el fuego a nuestros corazones tibios. Los santos, porque así amaban a Dios, se lanzaron a hacer cosas tan heroicas por sus prójimos. Pero ¿quién ha amado a Dios más que María? Ella lo amó desde el primer instante de su existencia más de lo que lo han amado todos los ángeles y santos juntos en el curso de su existencia, como luego veremos considerando las virtudes de María.
Reveló la Virgen a sor María del Crucifico que era tal el fuego de amor que ardía en su corazón hacia Dios, que podría abrasar en un instante todo el universo si lo pudieran sentir. Que en su comparación eran como suave brisa los ardores de los serafines. Por tanto, como no hay entre los espíritus bienaventurados quien ame a Dios más que María, así no puede haber, después de Dios, quien nos ame más que esta amorosísima Madre.
Y si se pudiera unir el amor que todas las madres tienen a sus hijos, todos los esposos a sus esposas y todos los ángeles y santos a sus devotos, no alcanzaría el amor que María tiene a una sola alma. El amor que todas las madres tienen por sus hijos es pura sombra en comparación con el amor que María tiene por cada uno de nosotros. Más nos ama ella sola, añade, que lo que nos aman todos los ángeles".
María es Reina de los ángeles, Reina de los mártires, Reina de las vírgenes, Reina de los confesores, Reina hermosura del Carmelo y Reina de todos los santos. Una de las aclamaciones que más amaba San Luis María de Montfort era: "María, Reina de nuestros corazones". Aunque vivamos rodeados de numerosas tentaciones, pruebas, peligros, temores e inseguridades, podemos encontrar un refugio seguro, un oasis y un albergue en dos Corazones: ¡el Inmaculado Corazón de la Santísima Virgen María y el Sacratísimo Corazón de Nuestro Señor y Salvador Cristo Jesús!.
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