Jóvenes del Var visitaron el santuario de Nuestra Señora de Fátima. La JMJ comienza de la mano de la Virgen María, y ¿qué mejor manera de empezar que ir directamente a este lugar de aparición mariana mundial?
Nuestro grupo dio un paso espiritual tras otro: rezo del rosario, consagración especial a María, actos de penitencia en la capellanía y confesiones, oración ante las tumbas de Santa Jacinta y San Francisco, los pastorcillos que vieron a la Virgen en 1917 con su prima Sor Lucía, y recorrido de rodillas por la capilla de las apariciones por las intenciones que nos confiaron los feligreses de Saint-Raphaël.
Este último paso me impresionó profundamente, aunque no fue fácil, con tantos peregrinos mirando, dejar de pensar en nuestras rodillas y permanecer inmersos en la oración. El propio monseñor Rey subrayó la importancia de la Madre de Dios en su homilía a los quinientos jóvenes del Var: "Para conocer a Jesús por dentro, tenemos que pasar por María".
Nos aconsejó adoptar tres actitudes: entrar en un camino de abandono con María, la mujer de la fe; tomar el camino de la cruz, porque las pruebas siempre nos alcanzan; y, por último, adoptar una actitud de alegría radiante junto a María, "mi alma exalta al Señor". a actitud del joven cristiano al comienzo de estas JMJ es decisiva: ¡abandonémonos a nosotros mismos, dejemos nuestras cargas y nuestras cruces, y vivamos en la alegría de Cristo resucitado con María como guía segura!
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