Del sitio Aleteia:
Todos amamos a nuestras madres, esos maravillosos seres que nos dieron la vida. Entendiendo este principio, debería ser sencillo comprender que Jesús también ama profundamente a la Virgen María, su madre en la tierra y en el cielo, y que nada puede negarle.
Sabemos también que, históricamente, lo únicos que rinden culto de hiperdulía a María Santísima somos los católicos. Luego entonces, ¿por qué hay quienes desaprovechan esta magnífica oportunidad de pedirle lo que necesitan para su vida y santificación?
No hay santo que no amara a María. Revisando la vida de cada uno de ellos encontramos que todos tuvieron una relación cercana con la Virgen, porque supieron tenerla como madre, consejera, intercesora y compañera de vida.
Y no era necesario que fueran videntes, porque la oración diaria y profunda los hizo experimentar un encuentro íntimo con Jesús, a través de la infalible mediación de la Virgen.
San Juan Pablo II así lo expresó en la Audiencia general del 15 de octubre de 1997: "El evangelio de san Juan, señalando la presencia de María al inicio y al final de la vida pública de su Hijo, da a entender que los primeros cristianos tenían clara conciencia del papel que desempeña María en la obra de la Redención con plena dependencia de amor de Cristo".
Dios eligió a María como Madre de la humanidad, como lo explicaba san Juan Pablo II: "Al elegirla como Madre de la humanidad entera, el Padre celestial quiso revelar la dimensión —por decir así— materna de su divina ternura y de su solicitud por los hombres de todas las épocas".
Y continúa diciendo que fue Jesús quien nos la entregó como tal: "En el Calvario, Jesús, con las palabras: 'Ahí tienes a tu hijo' y 'Ahí tienes a tu madre' (Jn 19, 26-27), daba ya anticipadamente a María a todos los que recibirían la buena nueva de la salvación y ponía así las premisas de su afecto filial hacia ella. Siguiendo a san Juan, los cristianos prolongarían con el culto el amor de Cristo a su madre, acogiéndola en su propia vida".
Recordemos lo que la Virgen de Guadalupe le dijo a san Juan Diego: "¿Acaso no estoy yo aquí, yo que tengo el honor de ser tu Madre ? ¿Acaso no estás bajo mi sombra, bajo mi amparo? ¿Acaso no soy yo la fuente de tu alegría?"
Ante tantas pruebas, ¿qué esperas para acogerte a su protección?, no te pierdas la oportunidad y acércate a la Virgen María, porque no hay camino más seguro que ella para llegar a Jesús.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario