jueves, 6 de noviembre de 2025

Cómo un Rosario oscuro me acercó a María

 

Del sitio Aleteia:

Aunque sea la Reina del Cielo y de la Tierra, no está tan lejos. Como católica, María es mi favorita.

Siempre que necesito refuerzos para ayudarme a asaltar el cielo, ella es mi mediadora de confianza.

Y aunque puedo conceptualizar completamente en mi cabeza que María es un ser humano como yo, mi corazón puede quedarse con la sensación de que Ella está tan lejos de mi alcance que no puedo imaginar que sea capaz de entender lo que estoy pasando en mi vida cotidiana. Por eso, aunque el rosario me ha proporcionado un consuelo incalculable en momentos de intenso sufrimiento, también me ha hecho sentir aún más lejos de María en ocasiones.

Afortunadamente, como católica hipster en constante búsqueda de lo increíblemente oscuro de nuestra fe, descubrí una oración meditativa alternativa que lo cambió todo para mí: el rosario servita, o rosario de los siete dolores, era justo lo que necesitaba.

Este rosario tiene su origen en la Orden Servita y se centra en los Siete Dolores (o Dolores, si quieres impresionar a tus amigos) de la Santísima Virgen María. El viaje en el que te embarcas al mover las cuentas entre tus dedos contribuye en gran medida a acercar a la Santa Madre de Dios a tu lado y a tu vida.

El primer dolor: la profecía de Simeón

Apenas unos días después del nacimiento de mi primer hijo, tuvo una noche muy difícil que culminó con nuestra visita urgente al médico. Una vez allí, nos dieron la devastadora noticia de que lo ingresaría en el hospital y lo mantendrían en observación durante la noche. Fue aterrador escuchar eso.

La Biblia no documenta ninguna de las batallas de Jesús con las enfermedades infantiles, pero Simeón le dijo a María que su hijo "sería la caída y el levantamiento de muchos en Israel" y que su propio corazón sería traspasado por una espada de dolor por Él. Ella conoce los temores de los padres.

El segundo dolor: la huida a Egipto

¿Conoces esos momentos en los que te sientes abandonado, ya sea literalmente o emocionalmente? ¿En los que te sientes rechazado, incluso entre tus amigos y familiares más cercanos, simplemente porque sigues un camino diferente? María definitivamente ha pasado por eso: desorientada y con el único consuelo de Dios, su esposo y su Hijo.

El tercer dolor: la pérdida del niño Jesús en el templo

Piensa en la oleada de terror que te revuelve el estómago y te marea cuando pierdes de vista a tu hijo, aunque sea por un minuto, mientras estás en un lugar público, y en el vacío y la culpa que inevitablemente sustituyen al pánico una vez que lo encuentras. Puede que solo hayas perdido de vista a tu hijo por un momento, pero la autoculpabilidad persiste: "¿Cómo he podido estar tan distraído?". María ha pasado por eso, y con creces.

El cuarto dolor: el encuentro de Jesús y María en el Camino de la Cruz

Como profesional de la salud mental, he apoyado a padres que se han enfrentado a sus hijos, se han dado cuenta de que aún no han tocado fondo, que aún no están preparados para recibir la ayuda que necesitan, y se han visto obligados a dejarlos ir, a dejarlos caer el resto del camino, con la esperanza de que finalmente se levanten.

Esa confrontación es terrible, porque sentirse impotente ante los problemas de tu hijo es aterrador y desgarrador. No hay nada peor. María sabe lo que significa estar impotente ante el dolor en los ojos de su hijo. No hay mejor compañera en momentos tan terribles como estos.

El quinto dolor: la crucifixión

¿Alguna vez has tenido que experimentar el dolor insoportable e indescriptible de perder a un hijo, ya sea por la muerte, el distanciamiento o porque alguien se ha perdido? Ella está ahí, llorando a tu lado.

El sexto dolor: el descendimiento del cuerpo de Jesús.

Todos tenemos ese día, el día del sufrimiento más oscuro, cuando tienes que ver algo y soportarlo, y te hace sentir que no puedes seguir adelante, un día en el que solo hay un dolor agudo y un futuro que parece vacío y sin sentido. María, a quien le entregan a su hijo ensangrentado y destrozado, lo entiende.

El séptimo dolor: el entierro de Jesús

Todos sabemos cómo termina. "Tened ánimo, porque yo he vencido al mundo". Jesús gana, sí.

Y, sin embargo, la mayoría lo olvidamos; continuamente nos preguntamos si alguna vez habrá un final feliz.

Muertes, preocupaciones económicas, abortos espontáneos, problemas matrimoniales, dificultades laborales... En estos momentos difíciles, puede ser complicado encontrar la esperanza y queremos rendirnos.

María debió de sentirse así cuando sostuvo el cuerpo de su Hijo después de que lo bajasen de la cruz. Independientemente de si en ese momento sabía que la Pascua estaba al caer, sin duda comprende lo difícil que puede ser para nuestros corazones ver más allá del Viernes Santo.

Con razón, María puede parecer tan superior a nosotros que nos resulte inalcanzable, pero si nos tomamos un momento para reflexionar sobre todo lo que ella soportó a lo largo de su vida, empezamos a ver con claridad cómo ella comprende todo lo que nosotros soportamos a lo largo de la nuestra. El Rosario Servita me ha ayudado a ver esto con claridad y a creer que, si aguanto, ella me tomará con gusto de la mano y me guiará el resto del camino hasta casa.

18 - enero - 2016

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