El Santísimo Rosario es uno de los grandes tesoros espirituales de la Iglesia Católica, pero sus orígenes siguen envueltos en misterio.
A cualquier hora del día o de la noche, sin importar la hora que sea, puedes estar seguro de que hay un católico en algún lugar rezando el Rosario. Como forma de devoción que permite meditar sobre los misterios más profundos de nuestra fe, el Santísimo Rosario es verdaderamente uno de los grandes tesoros espirituales de la Iglesia.
El papa Francisco siempre anima a la gente a rezar el rosario, especialmente en tiempos de crisis o conflicto. Durante una reunión en 2020, dijo:
"La oración del rosario es, en muchos sentidos, la síntesis de la historia de la misericordia de Dios, que se convierte en una historia de salvación para todos los que se dejan moldear por la gracia. Los misterios que hemos contemplado son acontecimientos concretos por los que se desarrolla la intervención de Dios en nuestro favor. A través de la oración y la meditación sobre la vida de Jesucristo, vemos una vez más su rostro misericordioso, que muestra a todos en las muchas necesidades de la vida".
"María nos acompaña en este camino, señalándonos a su Hijo, que irradia la misericordia misma del Padre. Ella es verdaderamente Hodegetria, la Madre que nos indica el camino que debemos seguir para ser verdaderos discípulos de Jesús. En cada misterio del rosario sentimos su cercanía y la contemplamos como la primera discípula de su Hijo, pues ella hace la voluntad del Padre".
Sin embargo, para ser una oración que desempeña un papel tan importante en la vida de los católicos, los orígenes del rosario están envueltos en un misterio sagrado. Hay desacuerdos sobre quién "inventó" la oración y confusión sobre cómo surgieron ciertos elementos clave del rosario. Ni siquiera sabemos cuándo ni dónde se rezó el primer rosario.
Lo que sí sabemos con certeza es que el rosario es verdaderamente una oración "viva". No solo ha evolucionado con el tiempo, sino que sigue siendo una fuente de consuelo espiritual y, en palabras del papa Francisco: "un arma que nos protege del mal y las tentaciones".
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