sábado, 31 de mayo de 2025

León Bourjade: Piloto, sacerdote, el caballero de los cielos


Del sitio Gaudim Press

El 30 de julio de 1925, un destacamento de marineros franceses, a las órdenes del comandante Benoist, de religión protestante, desembarca en Puerto León, en la recóndita Papúa Nueva Guinea, Oceanía.

Alineándose frente a una tumba adornada con una sencilla cruz de madera y algunos lirios rojos, los soldados presentan armas y disparan una salva en honor a un sacerdote misionero recién fallecido. Profundamente emocionado, el comandante pronuncia estas solemnes palabras: "En nombre de Francia, del ejército, en nombre de mis oficiales y marineros, os admiro y os saludo. Nuestro barco Aldebarán, que regresa a su patria, ha querido presentar sus respetos ante vuestra sepultura".

A continuación, los cañones añaden su atronador homenaje, elevando al cielo "jaculatorias de pólvora". Pero… ¿quién es este personaje capaz de conmover a duros marinos y causar admiración en un oficial?

Jean-Pierre Marie Léon Bourjade nació el 25 de mayo de 1889 en Montauban (Francia), en el cándido ambiente de una numerosa familia. La inocencia de su infancia, las hazañas militares de sus antepasados y la fe de sus padres despertaron en este niño de temperamento contemplativo y, al mismo tiempo, activo y alegre, deseos de santas epopeyas. Anhelaba el martirio y, para ello, se propuso ser misionero en tierras salvajes.

Cuando alcanzó la mayoría de edad ingresó en la Congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón y comenzó sus estudios para el sacerdocio. Fue entonces cuando llegó a sus manos un libro que influiría de una manera especial en su existencia: Historia de un alma. Su lectura dio pie a una intensa relación sobrenatural con sor Teresa del Niño Jesús, en ese momento aún no canonizada.

En julio de 1914, no obstante, estalló la Gran Guerra y, como muchos otros religiosos y sacerdotes, Jean-Pierre dejó los libros y se alistó en el ejército, creyendo que esto era, además de un deber, la voluntad de Dios.

Ya de uniforme, se presentó en el 23.º Regimiento de Artillería, de Toulouse. Poco después fue trasladado al 75.º Regimiento, donde demostró una gran tenacidad y un eximio espíritu militar. Allí conoció el tormento y el horror de las trincheras, sin dejar de considerar los hechos con espíritu de fe. Incluso era capaz de tocar su flauta en medio del estruendo de las explosiones, para despejar su mente con hermosas melodías.

Salvado varias veces inexplicablemente de situaciones en extremo peligrosas, respondía a quienes se asombraban de su audacia: "Con mi reliquia de sor Teresa del Niño Jesús, no tengo miedo de los obuses ni de las balas". De hecho, había recibido del Carmelo de Lisieux un mechón de cabello de la futura santa y, en el caos de la batalla, luchando sobre todo contra el amor propio y el respeto humano, se aferraba a su precioso tesoro y no dejaba de recurrir a su protectora, como puede verse en los escritos de su "cuaderno negro": "Oh, sor Teresa, tan enérgica y valiente, ven en mi auxilio, intercede por mí, ayúdame".

Después de distinguirse por su valor entre los soldados que manejaban morteros, conocidos como crapouillots, el 9 de abril de 1917 fue llamado por sus superiores para que se formara en la escuela de aviación e ingresara en las Fuerzas Aéreas.

En julio de ese mismo año, en agradecimiento por su graduación y su próxima entrada en el "Escuadrón de los Cocodrilos", pidió permiso para volar a Lourdes, realizando magníficas acrobacias aéreas sobre la ciudad en honor a la Santísima Virgen. Muchos peregrinos presenciaron el acontecimiento, deslumbrados…

En poco tiempo, este joven modesto y contemplativo empezó a atraer la atención de sus superiores y compañeros. Dominaba con tanta maestría el arte de la aviación que parecía acostumbrado a volar desde niño. Y hasta tal punto llegaba su osadía que, en los aterrizajes, se lanzaba en picado durante cientos de metros y, sólo en el último momento, retomaba el vuelo normal para luego posarse ileso en la pista. Durante mucho tiempo esta forma de tomar tierra era conocida en la aviación francesa como "aterrizaje a lo Bourjade".

Lo que, al principio, muchos tachaban de temeridad, otros supieron entenderlo desde otra perspectiva: "'Sin Santa Teresa, escribió uno de sus compañeros, no se puede entender a Bourjade'. Lejos de ser el hombre presuntuoso que se lanza a la aventura, él se pone bajo la protección de la pequeña santa y, confiando en la Providencia, no teme a nada, no duda de nada. Entonces, qué audacia, qué arrojo, qué firmeza, va de frente, arremete e irá de victoria en victoria. Pero siempre seguirá siendo el héroe modesto, humilde, reservado. Piensa que sus victorias no le pertenecen… Como un niño, se deja llevar de la mano de sor Teresa".

Ante la persecución de personas envidiosas e incluso de superiores anticatólicos, Léon mantuvo con altanería su fidelidad a Dios y a su protectora, haciendo que instalaran un grabado de la santa de Lisieux en el costado de su pájaro de metal y un gallardete del Sagrado Corazón de Jesús detrás del asiento.

En los pocos meses que aún duró la guerra, los cielos contemplaron innumerables veces a esta águila rasgando sus vastas extensiones a la caza de presas, arrastrando por el ejemplo a quienes estaban bajo su mando: "En la escuadrilla se dice que Léon transforma a todos los hombres en héroes", escribiría un primo acerca de él.

Amante del peligro, a Bourjade le gustaba adentrarse en territorio enemigo en busca de "dragones" bien defendidos y mucho más grandes que su avión. Los dragones —drachen, en alemán— eran globos de observación muy utilizados en combate, que podían equiparse con hasta veinte ametralladoras. Aventurarse a derribar a uno de ellos equivalía a exponerse a un fuego intenso. Pero esto no era obstáculo para el joven aviador, que sabía que estaba prestando un excelente servicio a su patria y asestando un golpe mortal a la logística del enemigo. Las presas pronto se hicieron numerosas… Más tarde, Léon fue considerado el mayor cazador francés de tales globos.

Los característicos y ruidosos aterrizajes del "as sacerdote" —su apodo— provocaban aglomeraciones y todos se apresuraban a darle la bienvenida. Sin embargo, no se apropiaba de tal reconocimiento y los atribuía a Santa Teresa: "Ante todo, a ti, bondadosa patrona de mi aeroplano, todo honor y toda gloria, por las victorias que, con tu ayuda, he tenido la dicha de conseguir recientemente en los aires".

Así, se podrían contar aquí muchas otras hazañas militares de este valiente caballero del cielo, que no sólo experimentó los triunfos, sino también la extenuación que resulta de la lucha continua, las heridas corporales, las artimañas de la envidia y de la persecución, el dolor de ver caer a su lado valerosos guerreros. No obstante, esto sería demasiado extenso para un artículo.

Como todo en la vida, la guerra en determinado momento llegó a su fin. Bourjade, que también será recordado como "el monje soldado", había obtenido veintisiete victorias confirmadas y muchas más no homologadas. Algunos afirman que fueron más de cuarenta.

En su pecho llevó la Cruz de Guerra con trece palmas y una estrella rubra. Además de esta, acumuló también otras medallas y menciones honoríficas y, finalmente, fue nombrado Caballero de la Legión de Honor, convirtiéndose en el portador más joven de la máxima condecoración de Francia.

Le costó sacrificar el placer de surcar los cielos. Sin embargo, el Señor lo llamaba a aspiraciones más elevadas. Escribió: "Oh, Jesús mío, si me he despedido del cielo terrenal en el que tantas veces he viajado y luchado, en qué otro Cielo, mucho más puro y mucho más vasto, tú me exhortas a emprender el vuelo…". Un rastro húmedo sobre el papel muestra que este escrito íntimo estuvo acompañado de lágrimas. A continuación, Bourjade prosigue: "¡Oh!, volaré sin miedo; mi Piloto [Jesús] es invulnerable, con Él el enemigo es vencido de antemano".

Tan pronto como pudo, nuestro victorioso soldado se dirigió a Lisieux, donde dejó todas sus condecoraciones como exvoto, en manos de la Madre Inés de Jesús, hermana mayor de Santa Teresa. Con todo, este acto simbólico no le pareció suficiente. Relegando al olvido su pasado repleto de glorias, enseguida puso la mirada en aquel ideal que brillaba en su alma desde la infancia. Dejando todo —familia, patria, prestigio— en busca del martirio, se dirigió a las selvas impenetrables de una isla lejana que no conocía sus triunfos, se enterró en las arenas de una tierra inhóspita…

Léon sabía bien que la más tenaz de las batallas se libra en el interior de cada hombre. Escribió en su cuaderno: "Para ser santo, hay que combatir, luchar, exterminar al enemigo. El enemigo soy yo, que me opongo a la voluntad de Jesús".

Y para conformar sus anhelos a los divinos, contaba siempre con la ayuda de su intercesora celestial: "Oh, mi pequeña sor Teresa […], quiero que mi alma sea atraída por la tuya, no ha de ser estéril este amor que acuna mi corazón; tengo que ejercitarme eficazmente junto a ti, en tu 'pequeña vía' de amor y de abandono. […] En primer lugar, ofrecerse como víctima al amor. […] Ése es el punto de partida: es necesario sufrir, y sufrir no lo prefiero yo, sino como Jesús lo prefiere".

Ordenado sacerdote el 26 de julio de 1921, Léon Bourjade partió hacia Papúa Nueva Guinea, donde llegó sólo el 20 de noviembre de ese mismo año.

Para Léon, esta misión fue la ocasión de grandes aventuras, arduos trabajos y diversas aflicciones. Podemos hacernos una idea leyendo los gemidos de su corazón expuestos en su cuaderno íntimo: "Comprendo que no hay más que una cosa que hacer aquí abajo: ofrecer incesantemente a Jesús las flores de pequeños sacrificios".

Le encantaba aquella naturaleza virgen y tropical, con sus exquisitas bellezas, pero también le causaba terribles sufrimientos corporales, con un calor asfixiante, nubes de mosquitos que lo devoraban día y noche, enfermedades, fiebres incesantes y otros problemas, cruces que había deseado y recibido en abundancia.

Cuando experimentó la ingratitud de los aborígenes a las intensas actividades apostólicas que él y sus compañeros llevaban a cabo, sintió la tentación de abandonar la vida activa y entregarse sólo a la contemplación, una elección aparentemente más perfecta y a la que su temperamento reflexivo siempre lo había invitado.

Sin embargo, durante un retiro se dio cuenta, con la ayuda de María Santísima, de que era una trampa del demonio. Conformándose entonces a la voluntad divina, escribió con determinación: "He deseado… ser tu misionero, y me has dado todo esto. Concédeme ser el misionero que quieres que sea…".

La noche oscura se había hecho en su alma… "El trabajo negro, sobre negro, en la negrura", es el expresivo lema que lo definiría y conduciría al sacrificio total, a la completa entrega de sí mismo. "Trabajando sólo para Dios, sin el consuelo de la cosecha, esto es lo que será su apostolado. […] Los sufrimientos físicos no son nada en comparación con la angustia moral. Es consciente de su inutilidad, de la esterilidad de sus esfuerzos: '¡Me siento tan totalmente incapaz e impotente! ¡Dios mío, ten piedad de mí!'".

En una carta al P. Roulland, misionero en China, Santa Teresa le advertía sobre la conducta del Rey del Cielo con sus amigos: "Desde que Él levantó el estandarte de la cruz, a su sombra deben todos combatir y alcanzar la victoria". Y manifiesta su convicción de que "todos los misioneros son mártires por el deseo y la voluntad".

Las promesas hechas por la gracia a nuestro misionero y su infantil deseo de martirio se cumplieron plenamente al abrazar la misma vía trazada por su querida maestra, viendo en cada pequeño sacrificio una enorme oportunidad para dar gloria a Dios y consumando su vida en la entrega voluntaria de sí mismo como víctima expiatoria.

El 28 de marzo de 1910, el P. Bourjade le pidió a su intercesora le presentara al Sagrado Corazón de Jesús su ofrecimiento: "A fin de vivir en un acto de amor perfecto, me ofrezco como víctima de holocausto a tu amor misericordioso, […] y así me convierta en mártir de tu amor, ¡Oh, Dios mío!". Y concluye su entrega con estas palabras: "¡A Jesús, con Jesús, para Jesús, en Jesús! Quién dice amor, dice sacrificio. Oh, Jesús mío, hazme comprender y amar la cruz". Éstas fueron sus últimas palabras escritas en su cuaderno.

La prueba de su fidelidad a estos grandiosos propósitos fue quizá la alegría que brotaba de su interior y contagiaba a los demás. Veamos el testimonio del P. Norin, que lo conoció en sus últimos días: "Está apaciguado: ¡un alma del purgatorio que todavía vive en este mundo, por la gracia!… Ajeno, velado, distante, fuera de lugar; estaba y no estaba; poseía y no poseía…. ¡el cristiano según San Pablo! […] El alma vivía en otra parte, en sitios purificantes. Sin embargo, a pesar de esa plácida fisonomía, ese rostro tan pálido, ¡con qué alegría vivía con nosotros! ¡Qué amable era! Nos fijamos en su risa: reía a carcajadas, y ahí, realmente, pero solo ahí, parecía un niño".

Así es como ese fiel seguidor de la infancia espiritual concluyó su carrera de santidad. Alcanzó la verdadera paz, una paz iluminada por la sonrisa. Después de poco menos de tres años de misión, extenuado por los numerosos trabajos y las enfermedades, sufrió una hematuria que le causó la muerte a los 35 años, en la isla de Yule, el 22 de octubre de 1924, en el mes de la fiesta de su querida patrona.

A punto de dejar esta vida, recuperando su joven alma de poeta, pronunció con dificultad en los brazos de su obispo estas últimas palabras, que evocan la alegría de quien derramó hasta la última gota de sangre y se dispone a entrar en la verdadera vida: "La rosa se deshoja…". Palabras que recuerdan las pronunciadas unos años antes por nuestra venerada carmelita en su última hora: "Después de mi muerte, haré caer una lluvia de rosas".

Que este héroe de la nación francesa y de la Santa Iglesia acepte en este centenario de su muerte nuestro entusiasta homenaje, y nos obtenga de María Santísima el ardiente y exclusivo amor a Dios de que dio un magnífico ejemplo. 

Santiago Vieto Rodríguez  
Oct 2024

 


viernes, 30 de mayo de 2025

¿Qué oración sigue necesitando el mundo?

 

Del sitio Misioneros Digitales Católicos:

El rosario es una oración orientada por su naturaleza hacia la paz, por el hecho mismo de que contempla a Cristo, Príncipe de la paz y ‘nuestra paz'" (Efesios 2, 14).

La trama y el título de “Guerra y paz”, la inmortal novela de Leon Tolstoi, escrita hacia 1869, bien podrían aplicarse a las vicisitudes y anhelos de nuestro siglo XXI, aunque sitúe su trama durante las guerras napoleónicas.

A dos siglos del momento histórico reflejado en la novela de Tolstoi, el Papa Francisco ha vuelto a hablar de guerra y de paz. Lo ha hecho el pasado 6 de octubre, al final del rezo del “Angelus”, con estas palabras: “Mañana habrá pasado un año del ataque terrorista contra la población en Israel, (…). Desde aquel día, Oriente medio se ha sumido en un sufrimiento cada vez más grave, con acciones militares destructivas  (…) Hago un llamamiento a la comunidad internacional, para que ponga fin a la espiral de venganza y no se vuelvan a repetir los ataques, (…), que pueden sumir a la región en una guerra aún mayor.

Francisco concluía ese clamor por la paz y cese de la guerra, con otro llamamiento a la penitencia y a la oración, a través del rezo del Rosario. La misma tarde del 6 de octubre, el Papa dirigía esa plegaria mariana en la Basílica de Santa María la Mayor, pidiendo la “conversión de los corazones que alimentan el odio”, y rogando a la Virgen por la fraternidad y la paz: “Madre, intercede por nuestro mundo en peligro, para que custodie la vida y rechace la guerra”.

Pero esas peticiones, y más expresamente a través del Rosario, no son de hoy. Un cristiano debe verlas y vivirlas como el eco incesante de lo que la misma Virgen María ha pedido al mundo, a través de sus directas intervenciones en la historia: concretamente en sus apariciones en Lourdes y en Fátima. No deja de ser llamativo que su primera presencia en Lourdes, en 1858, fuese en el intermedio histórico entre las guerras napoleónicas y la publicación de “Guerra y paz” de Tolstoi. Lo que pidió María, como embajadora del Cielo, fue penitencia y la conversión de los corazones, porque su endurecimiento es fuente de amargura personal y de cuantos males desgarran el mundo, desde el pequeño núcleo de la familia hasta el más amplio de la comunidad internacional.

Bernadette, la vidente de Lourdes contempló a María con un rosario en sus manos, e instintivamente tomó el que ella llevaba en su bolsillo y comenzó a rezar AveMarías; a medida que lo hacía, también la Virgen iba pasando las cuentas del suyo, pero sin mover sus labios. Cabría interpretarlo – luego volveré sobre ello- como un silenciar su protagonismo de Madre para dejárselo todo al hijo: a Jesús, fruto bendito de su vientre, y Salvador del mundo.

Decíamos también Fátima: trascurrido poco más de medio siglo respecto a Lourdes, María vuelve a hacer acto de presencia. En este caso, a través de dos niñas y un muchacho apenas adolescentes, María, como embajadora de Dios, se dirige de nuevo al mundo entero, en mayo de 1917. En plena I Guerra Mundial la humanidad se desangraba y millones de personas perdían sus vidas. El mensaje del Cielo vuelve a ser, sustancialmente el mismo que en Lourdes: la conversión de los corazones y la vuelta a Dios de una humanidad engreída en sí misma, que estaba arrojando a Dios de la historia de los hombres. ¿No se parece todo esto a lo que estamos viviendo en el mundo de hoy, porque hemos expulsado a Dios del espacio público?

En Fátima y más aún que en Lourdes, María reiteró su petición de acudir al rezo del Rosario como arma poderosa y pacífica, para combatir el orgullo de los corazones origen de guerras fratricidas. Anunció el final de la contienda mundial, pero advirtiendo que si no se dejaba de ofender a Dios llegaría otra, como así sucedió en 1939 cuando dio comienzo la II Guerra Mundial. La veracidad del mensaje mariano quedó bien probada con el milagro que María profetizó: tuvo lugar el 13 de octubre de 1917. Se conoce como “el milagro del sol” cuando el astro luminoso “danzó” en el firmamento, y el suceso fue presenciado por muchos miles de personas.

Resta señalar el por qué teológico y espiritual que fundamentan la importancia del Rosario, y su fuerza como arma de paz. Lo haré sucintamente, con algunas ideas de la Carta apostólica “El Rosario de la Virgen María” (16-X-2002), de san Juan Pablo II. La razón esencial de su valor teológico reside en que más allá de su carácter mariano, “es una oración centrada en la cristología”, es decir en la vida misma de Cristo y en su misión redentora. Por tanto, enraizada en el amor infinito de la Trinidad que, con la Encarnación, Muerte y Resurrección del Hijo de Dios, e hijo también de María, ha redimido a todo el mundo.

Las cuatro partes del Rosario con sus 20 misterios que comprende actualmente, son otros tantos momentos del plan redentor, desde la entrada del Hijo de Dios en nuestra historia al hacerse hombre en el seno de María de Nazaret, hasta la Coronación de esta Mujer excelsa en la gloria del Cielo. De ahí que Juan Pablo II, en el n. 1 de la Carta, escriba: “En la sobriedad de sus partes, (el Rosario) concentra en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico, del cual es como un compendio. En él resuena la oración de María, su perenne Magnificat por la obra de la encarnación redentora en su seno virginal. Con él, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor”. Los subrayados figuran en el texto original.

Hablábamos al principio de la ansiada “paz” en el mundo, y del Rosario como arma imprescindible para alcanzarla. Esto es así, porque la fe cristiana enseña y la historia de largos siglos lo confirma, que toda persona -como fruto que es del Amor de Dios y “programada” para responder al amor-, solo podrá lograr su paz y felicidad, y difundirlas a su alrededor, si acoge el amor de Cristo. Por eso, Juan Pablo II escribe casi al final de la mencionada Carta: “El rosario es una oración orientada por su naturaleza hacia la paz, por el hecho mismo de que contempla a Cristo, Príncipe de la paz y ‘nuestra paz’ (Ef. 2, 14). Quien interioriza el misterio de Cristo -y el rosario tiende precisamente a eso- aprende el secreto de la paz y hace de ello un proyecto de vida” (Carta, n.40).

Terminaré con un suceso del Papa polaco que predicaba con el ejemplo su confianza en el valor del Rosario. Lo refiere Arturo Mari, fotógrafo de varios Papas, en su libro “Arrivederci in Paradiso”, y publicado en un artículo de La Razón, del 4-VII-2007. En febrero de 1990, el ex-Presidente de Italia, Sandro Pertini, agonizaba en un hospital de Roma. En su lecho de muerte pidió: “Llamen a mi amigo”. Se refería a Juan Pablo II quien, al recibir el mensaje, dejó todo y se presentó en el hospital. Vale la pena, aunque la cita sea larga, recoger textualmente el desenlace final, tal como lo refiere Mari:  

Juan Pablo II “se encontró con un problema absolutamente inesperado: la mujer de Pertini no quiso dejarle entrar en la habitación. El Santo Padre explicó que le había llamado su amigo en su lecho de muerte. Después, como vio que no había nada que hacer, dijo a la señora Pertini: ‘¿Me permite una silla? Así puedo estar cerca, aun estando fuera’. Ella le respondió: ‘Haga lo que quiera’. Así, el Papa comenzó a rezar delante de la puerta. Rezó el Rosario y parte del Breviario. Al finalizar, dijo: ‘Ahora él está en paz’. Se levantó de la silla y se marchó".         

Huelga todo comentario, pero dan ganas de preguntar y de saber: “Santo Padre, ¿cómo rezó aquel Rosario, y qué o quién le dio la seguridad para decir: ‘Ahora él está en paz’?”. Que san Juan Pablo II nos ayude a rezarlo como él lo hizo.   

jueves, 29 de mayo de 2025

Ya que no quieren cantar, recemos el Rosario

 

Del sitio Un Minuto con María:

La siguiente historia nos muestra la gran eficacia del Rosario.

Grignion de Montfort tenía previsto ir a la isla de Yeu, a 17 km de La Rochelle (Francia), para predicar una misión. Fue en la época de la Guerra de Sucesión Española. Los piratas ingleses vagaban por el mar y hacían peligrosa la costa.

Debido a la inseguridad, los compañeros del misionero le imploran que desista de este viaje. ¡Pero en vano! Solo descansa cuando logra convencer a algunos valientes lobos de mar para que se pongan a su disposición con su barco... El barco zarpa. Todo transcurre sin incidentes. Después de tres horas de viaje, dos veleros piratas aparecen en el horizonte y se lanzan hacia los misioneros y su barco.

La tripulación grita de miedo. Los marineros desesperados gritan: “¡Estamos perdidos!”. Los compañeros de Grignion rompieron a llorar. Él mantiene el buen humor y empieza a cantar himnos e invita a los pasajeros a imitarlo. Pero ellos permanecen en silencio como los peces del mar. “Ya que no quieren cantar" —les dijo Montfort— "recen conmigo el Rosario”.

A continuación todos se arrodillan y con voz de niños en llanto, rezan las avemarías que flotan sobre las aguas y penetran en el cielo. Terminado el Rosario, el misionero vuelve a hablar:

—"No teman, ¡Nuestra Madre la Santísima Virgen nos ha escuchado! ¡Estamos fuera de peligro!".

—"¿Fuera de peligro?" —grita la tripulación. —"¿No ve que ya estamos a distancia de tiro?"

 —"¡Confíen!" —insiste Grignion de Montfort.

Al instante se produce una poderosa ráfaga de viento. Los veleros enemigos dan la vuelta y, sacudidos como una cáscara de nuez, desaparecen en el horizonte. La tripulación del barco se salva y desembarcan en la isla cantando el Magnificat. Cuando los humildes pescadores se enteraron del milagro, fueron todo ojos y oídos a la predicación del misionero. Todos se confesaron, menos el gobernador. Se hicieron cristianos fervientes y permanecieron fieles al rezo del Rosario.

Kleine Lebensbilder de Michael Faltz
 Traducción del Hno. Albert Pfleger 


 

miércoles, 28 de mayo de 2025

¿Qué arma creó la Santísima Trinidad para cambiar el mundo?

 


Del sitio Un Minuto con María:

Según el testimonio del beato Alain de la Roche, la Santa Madre de Dios se apareció en 1214 a Santo Domingo, después de tres días y tres noches de continua oración y penitencia en un bosque cerca de Toulouse, y le dijo:

"¿Sabes qué arma utilizó la Santísima Trinidad para reformar el mundo?"

"Oh Señora mía, esto lo sabes mejor que yo" -respondió Domingo- "porque, después de tu Hijo Jesucristo, fuiste el principal instrumento de nuestra salvación".

"Sabes" -le dijo entonces María- "que el arma principal es el salterio angélico*, el cual es el fundamento del Nuevo Testamento. Por tanto, si quieres ganar para Dios todos esos corazones endurecidos, predica mi salterio".

Así nació el santísimo Rosario de María, que santo Domingo implementó inmediatamente contra la herejía de los albigenses. Blanca de Castilla se asoció inmediatamente a esta nueva devoción a la que atribuyó el nacimiento de su hijo, el futuro rey san Luis.

 * “Salterio angélico” es otro nombre para el avemaría.

Le secret admirable du très saint Rosaire 



martes, 27 de mayo de 2025

Cómo la devoción mariana determina las prácticas católicas contemporaneas

 

Del sitio Catholic 365:

La devoción mariana ha sido una piedra angular de la espiritualidad católica durante siglos, pero sigue siendo profundamente relevante en el mundo moderno. Lejos de ser una tradición anticuada, la devoción a María, la Madre de Dios, sigue configurando las prácticas católicas contemporáneas, las oraciones y la vida comunitaria. Ya sea a través de rituales populares como el Rosario, las fiestas marianas o las peregrinaciones, María ocupa un lugar especial en el corazón de los católicos, ofreciendo una presencia maternal y una guía espiritual que responde a las necesidades de los fieles de hoy.

La devoción mariana hunde sus raíces en las Escrituras, particularmente en el papel único de María en la historia de la salvación. Como Madre de Jesús, María estuvo íntimamente relacionada con la encarnación de Cristo, y su fiat, o "" a Dios, ejemplifica el ideal del discipulado cristiano. Con el tiempo, la reflexión de la Iglesia sobre María se ha profundizado, especialmente a través de enseñanzas como la Inmaculada Concepción y su papel como Mediadora de todas las gracias. Sin embargo, a pesar de estos antiguos fundamentos teológicos, el atractivo de María no se limita al pasado.

Hoy, los católicos acuden a María en busca de ayuda para navegar por las complejidades de la vida moderna. Como Madre que comprende las alegrías y las penas de la experiencia humana, sigue siendo una fuente de consuelo e intercesión. Su accesibilidad trasciende el tiempo, hablando a la condición humana en cada época. Los católicos siguen viendo en María un faro de esperanza y un modelo de fe, tanto ante las luchas personales como ante los grandes desafíos de la sociedad.

María ejemplificó virtudes más allá de lo que podemos pensar. Pensemos en lo mucho que se ha pervertido la palabra obediencia a lo largo de las décadas. La obediencia de María no es como la define la sociedad moderna. Esta reflexión pone de relieve una distinción importante: La obediencia de María no fue una sumisión pasiva, sino una entrega profunda y amorosa a la voluntad de Dios. En una época en la que la obediencia se malinterpreta a menudo como una pérdida de libertad o autonomía personal, el fiat de María sirve de ejemplo radical de confianza en el plan de Dios, incluso en la incertidumbre. Su obediencia estaba arraigada en el amor y la fe, una elección libre y deliberada de asociarse a la obra de Dios en el mundo. De este modo, las virtudes de María son tan relevantes hoy como lo fueron hace 2.000 años, inspirando a los católicos a abrazar la verdadera libertad a través de la obediencia amorosa a Dios. 

Quizá la expresión más extendida de la devoción mariana en el catolicismo contemporáneo sea el Rosario. Esta oración centenaria sigue siendo tan popular hoy como siempre, y muchos católicos recurren a ella como una forma de meditación sobre la vida de Cristo a través de los ojos de su Madre. Las oraciones repetitivas del Rosario ofrecen estructura y paz, lo que lo convierte en una herramienta espiritual accesible para el creyente moderno.

Más allá de la oración personal, las Letanías de la Bienaventurada Virgen María y otras oraciones marianas suelen integrarse tanto en las devociones privadas como en las liturgias públicas. Las parroquias incorporan con frecuencia oraciones marianas en la Liturgia de las Horas o en procesiones marianas especiales, sobre todo durante los meses tradicionalmente dedicados a María, como mayo y octubre. La repetición de estas devociones fomenta una conexión más profunda con el papel de María en la vida de la Iglesia y fortalece la vida espiritual de los católicos.

La devoción mariana no se limita a la oración individual; también desempeña un papel clave en la vida de la comunidad católica. Las fiestas dedicadas a María, como la fiesta de la Inmaculada Concepción y la Asunción de María, son celebraciones litúrgicas importantes. Estas fiestas unen a los católicos de todo el mundo en oración y recuerdo del papel fundamental de María en la historia de la salvación. Teológicamente, estas fiestas reafirman aspectos centrales de la fe católica, pero también sirven para que los fieles honren a María con renovada devoción.

Además, los lugares de peregrinación mariana -como Lourdes en Francia, Fátima en Portugal y Nuestra Señora de Guadalupe en México- siguen atrayendo a millones de católicos cada año. Estos lugares, a menudo asociados a apariciones y milagros marianos, se han convertido en focos de renovación espiritual. La peregrinación en sí es una forma de devoción que refleja la concepción católica de la vida como un viaje espiritual. Los peregrinos buscan sanación, guía y una relación más profunda con Dios a través de la intercesión de María, y a menudo salen transformados de la experiencia.

La devoción mariana también influye en la vida social católica contemporánea. Muchas parroquias, escuelas y organizaciones católicas llevan el nombre de María, lo que refleja la importancia que sigue teniendo en la identidad católica. En devociones marianas especiales, como la Coronación de Mayo, la comunidad honra a María como Reina del Cielo y de la Tierra, a menudo con la participación de niños y familias que colocan una corona de flores sobre una estatua de la Santísima Virgen. Estas ceremonias tienden puentes entre generaciones y mantienen viva la devoción mariana para los futuros católicos.

Además, las virtudes de humildad, obediencia y compasión de María se han convertido en temas centrales de las iniciativas católicas de justicia social. Muchas organizaciones católicas se inspiran en el ejemplo de María de cuidado maternal y defensa de los vulnerables cuando trabajan con poblaciones marginadas. Al igual que María cuidó de su prima Isabel y permaneció al pie de la Cruz, la Iglesia, inspirada por el ejemplo de María, cuida de los necesitados, abogando por la paz, la justicia y la dignidad humana.

En el corazón de la devoción mariana moderna está la convicción de que María es el modelo perfecto para el discipulado cristiano. Su total apertura a la voluntad de Dios -ejemplificada por su "sí" en la Anunciación- sigue siendo un poderoso ejemplo para los católicos de hoy. En un mundo marcado por la incertidumbre, la fe inquebrantable de María ofrece un modelo de confianza en el plan de Dios.

Este modelo mariano es particularmente significativo en la espiritualidad católica contemporánea, que a menudo hace hincapié en la llamada a la santidad personal y a una relación más profunda con Cristo. Imitando las virtudes de María y confiando en su intercesión, los católicos se acercan más a su Hijo, Jesucristo. El Papa Francisco ha animado con frecuencia a los fieles a acudir a María en sus luchas, recordándonos que, como Madre de Dios, María está siempre dispuesta a ayudarnos a crecer en la fe.

La influencia de la devoción mariana en las prácticas católicas contemporáneas es profunda. Desde las oraciones personales, como el Rosario, hasta los acontecimientos comunitarios, como las fiestas marianas y las peregrinaciones, María sigue desempeñando un papel central en la vida espiritual de la Iglesia. No sólo sirve como intercesora, sino también como modelo de fe para los católicos modernos. Al enfrentarse a los desafíos del mundo moderno, los católicos encuentran en María una fuente de consuelo, fortaleza e inspiración espiritual.

lunes, 26 de mayo de 2025

Cuenta las historias que la Virgen pone en su corazón


 Del sitio Aleteia:

Habla Cimela Kidonakis, joven directora y productora de cine católico: "La Santísima Virgen es nuestra jefa; ella pone las historias en nuestro corazón".

De padre griego y de madre mexicana, Cimela Kidonakis es una joven de 37 años, soltera, católica y nacida en Houston, Texas. Estudió la carrera de camarógrafa en la Universidad Santo Tomás de su ciudad natal.

Tiene una empresa que se llama Palomita Film, pues se dedica a hacer cine. El nombre de su productora tiene un doble simbolismo: el primero, "porque nos encantan las palomitas de maíz; para todas las películas necesitas palomitas". Y, el segundo, "porque nos encanta el Espíritu Santo".

"A veces siento que no puedo hablar delante de la gente, o en una entrevista, pues me pongo nerviosa. Pero siempre oro: '¡Ven, Espíritu Santo, ayúdame!', y así es como lo puedo lograr. Con la ayuda del Espíritu Santo todos podemos hacer más grande la Gloria de Dios".

Además de producir, Cimela también es directora de cine; lo hizo con el filme Love God’s Will  ("Amar la Voluntad de Dios").

Ahora bien, ¿por qué Cimela no se dedica a hacer películas de acción o de algún otro género? Ella cuenta: "Yo nunca pensé que iba a hacer cine católico. De hecho, los primeros años empecé haciendo películas que no eran de género católico. Sobre todo, hacía videos comerciales". 

"Pero muchas veces, estando en Misa, se me venía la idea: '¡Oh, yo quisiera contar tal o cual historia'. Y luego la Virgen de Medjugorje me llevó a una peregrinación, y es ahí donde pensé: 'Yo quiero decir a la gente lo que está pasando aqui'".

Entonces, formó un equipo con el que hizo dos películas sobre Medjugorje. Desde entonces, "la Santísima Virgen es nuestra jefa; ella pone las historias en nuestro corazón".

Y una de las historias que la Madre de Dios se encargó de poner en el corazón de Ciemela fue la del padre Ryan.

Otro sacerdote, a quien Cimela veía en la Santa Misa, le contó un día: "Yo sé de un sacerdote que me ha inspirado a mí, y quiero que hagas una película sobre él".

Dice Cimela que ella no conoció nada del padre Ryan, ya fallecido. Sin embargo, la joven cineasta pasó un año, por decirlo así, en su compañía, "viendo videos de su vida, desde cuando él estaba chiquito. Y yo siento que el padre Ryan estaba con nosotros editando esta película. Y rezamos pidiéndole a él su intercesión para atraer a la gente hacia esta historia, y así inspirar más vocaciones". 

Pero la película Love God’s Will "no es solamente para sacerdotes o seminaristas". Cuando la gente ve la película, dice que el padre Ryan le enseña "a sufrir con Dios, con la Pasión de Jesús".

Love God’s Will es un documental que cuenta cómo Ryan Stawaisz, que quería ser ingeniero, escuchó la voz de Dios llamándolo al sacerdocio, y cómo, estando a pocas semanas de su ordenación, fue diagnosticado con cáncer. Con su vida pudo atraer a muchas personas hacia Jesús.

En el caso de Cimela, "la historia del padre Ryan llegó a mi vida cuando yo no sabía qué camino tomar. Estaba en una encrucijada, en el cruce de dos caminos. Y cuando empezamos a hacer la película, el padre Ryan nos enseñó cómo amar la voluntad de Dios".

Cimela confiesa que había "una voz que me decía: 'Tú no necesitas hacer estas películas'. Además, los que formábamos el equipo nos acabamos separando; y yo pensé que ya no debíamos seguir haciendo el documental". Había una serie de ataques espirituales, que la llevaban a pensar: "No puedo seguir, no tengo el talento".

Ante la incertidumbre, Cimela, junto con los dos miembros de su nuevo equipo, se pusieron a rezar. Entonces la respuesta que necesitaban vino de un sacerdote, que les dijo: "Esto que están haciendo es de Dios, así que no deben dejar esta profesión".

 

domingo, 25 de mayo de 2025

El Rosario me salvó del exterminio nazi

 

Del sitio Religión en Libertad:

La de Milena Zambon es una de las muchas historias prácticamente desconocidas de vidas entregadas al amor, que vieron muy de cerca el mal y en lugar de dejarse llevar por el odio decidieron dar el paso contrario.

Durante la II Guerra Mundial perteneció a la resistencia en una red clandestina dirigida por un sacerdote franciscano que se dedicó a salvar judíos y soldados capturados en la zona nazi y fascista. Finalmente, fue detenida y enviada a campos de concentración en Italia y luego al de exterminio nazi de Ravensbrück.

Milagrosamente salió viva de allí y este lugar de muerte se convirtió para ella en un lugar para profundizar su relación con Dios. Tras recuperarse de un durísimo viaje de vuelta a Italia debido a su lamentable estado de salud decidió ingresar en un convento de clausura sin que casi nadie supiera su historia. Tuvieron que pasar muchos años hasta que al final el testimonio de la hermana Rosaria fuera conocido más allá de los muros del convento.

Con apenas 20 años Milena era una de las miles de mujeres que se unió a la resistencia que en Italia luchó contra el nazismo y el fascismo. No tenía un perfil político sino que decidió arriesgar su vida por amor al prójimo. Así ayudó a muchas personas a dejar el país.

Unas amigas le pidieron ayuda para la red clandestina del franciscano Plácido Cortese, sacerdote detenido más tarde por la Gestapo y ejecutado. Este grupo de resistencia se denominaba “Cadena de Salvación”, y en las memorias que la madre superiora le hizo escribir décadas después confesaba, tal y como recoge Avvenire, que “la propuesta me emocionó más allá de las palabras”.

Se dedicaba a escoltar y ayudar a escapar hasta la frontera a presos del bando aliado, judíos y perseguidos políticos a pesar de la caza a la que eran sometidos por las temibles SS. “Me había metido en esa peligrosa empresa para la caridad cristiana. Me encomendé a Nuestra Señora recurriendo a ella con confianza ciega en todas mis necesidades” pidiendo la salvación más para los otros que para ella, explicaba la religiosa en sus memorias.

Milena, la última de ocho hermanos, fue detenida en 1944 y duramente torturada en las cárceles de Venecia y Bolzano. Pese a las palizas que sufría no reveló ningún nombre de la red clandestina. También fue detenido junto a ella el padre Cortese, aunque a él lo asesinaron.

A esta joven la enviaron finalmente al campo de concentración femenino de Ravensbrück. Allí logró esconder su Rosario hasta que le fue arrancado. En aquel lugar vio las atrocidades más horribles, como madres que eran obligadas a matar a sus hijos y otras enviadas a los crematorios. “Si no lo hubiera visto con mis propios ojos, no creería a dónde puede llegar la ferocidad humana”, confesaba esta mujer.

El 13 de diciembre de 1944 cumplió 22 años en este campo de exterminio. El regalo que recibió fue la piel de una patata, lo que supuso el ayuno de la persona que se lo regaló. Mientras tanto, Milena logró sobrevivir rezando una y otra vez a la Virgen. De hecho, confesaba que “me salvé gracias al Rosario”.

Finalmente, el Ejército Rojo liberó el campo de concentración logrando huir y evitando las violaciones que se reprodujeron durante ese momento. En la ciudad de Wittemberg logró conseguir un Rosario y algo de pan. Era lo que necesitaba para sobrevivir.

Entonces empezó el largo y peligroso viaje de regreso a Italia. Enferma por su situación en el campo de Ravensbrück vivió un periplo de película viajando en muchos casos escondida en carros, camiones y trenes a través de Berlín, Dresde, Praga, Viena y Verona donde pudo ver en primera persona la tremenda devastación producida en esta guerra.

Al llegar a su casa su abuela no era capaz de reconocerla. Primero físicamente y después tras meses de pesadillas pudo volver a ser la joven que años antes fuera llevada a Alemania. Pero no encontraba la paz que anhelaba. Dios la llamaba a otra cosa y finalmente en 1948 ingresó en el monasterio de clausura benedictino de San Antonio en Ferrara.

En este monasterio adoptó el nombre de hermana Rosaria. Esta religiosa asegura que pese al indescriptible mal del que fue testigo y que sufrió en sus propias carnes nunca sintió que Dios no estuviera a su lado. “En este terror continuo siempre escuché al Señor a mi lado como si fuésemos dos, como una ayuda sobrenatural para no apagar la voz de la conciencia”, afirmaba esta monja.

Ya nunca más salió de este convento hasta que falleció en 2005. Fue ejemplo de profunda espiritualidad para su comunidad y para todos aquellos que visitaban el monasterio, donde ella ejercía de portera. Fue gracias a Dios como logró curar tantas y tantas heridas con las que llegó y que logró transformar en luz.

Únicamente sus hermanas eran conocedoras de la impresionante historia de la hermana Rosaria. Ella no tenía necesidad de hablar de su valentía y heroísmo, pero finalmente sus superioras la instaron a que dejara por escrito una historia que mostraba la bondad de Dios.

De hecho, los miles de turistas que cada año por este monasterios con el objetivo de observar los frescos de la Pasión de Cristo y de la Historia de María de la Escuela de Giotto no tenían ni idea de que la humilde monja que les guiaba por aquella iglesia era en realidad la protagonista y testigo de la historia del siglo XX.

Javier Lozano / ReL 
04 - mayo -2019

sábado, 24 de mayo de 2025

El misterio del Rosario

 

Del sitio Obra de Don Bosco:

El rosario es la oración de los principiantes y de los místicos. ¡Qué fuerza que encierra esta expresión! ¿Será así? Que es una oración de principiantes no cabe duda: repetitiva, monótona... para algunos sumamente aburrida ¿A quién puede interesarle repetir como “loro” cincuenta Ave María? “Es un saludo a la Virgen”, podrán decir algunos piadosos, a los que uno puede responderles: “¿A quien le interesa que lo saluden cincuenta veces diciendo ‘hola, hola, hola…’?” La verdad es que mucho sentido no tiene… o pareciera no tener.

El rosario es una oración letánica, que bien distinto es a repetitiva. Diversas expresiones religiosas practican este modo de oración que permite unificar y aquietar la mente, posibilitar un estado de reposo interior, y por lo tanto abrir el corazón. En palabras de Pablo VI, es una meditación contemplativa de toda la vida y pasión de Jesús, caminando con María.

Vivimos una época de múltiples ofertas espirituales anti estrés: se enseña a respirar, dinámicas de autocontrol, diversos tipos de meditación. El rosario es de una rica tradición que comienza de la mano de los padres dominicos con la intención de evangelizar. Ataban once nudos en una cuerda. En el primero se daba la catequesis sobre un misterio de la vida de Jesús y luego se rezaba en comunidad diez Ave María pidiéndole a la Virgen que ayudara a la comprensión. De ese método misionero se fueron conformando los misterios y organizando la oración. Al Padre nuestro y al Ave María se les agregó un Gloria como alabanza y reconocimiento de nuestro Dios trinitario.

Ahora bien, volviendo a nuestro concepto de letanía, la dinámica, la cadencia y el ritmo que genera el rezo predispone todo nuestro ser a sabernos en presencia de un amor más grande. Quizás este sea el sentido más profundo de toda oración, y el rosario no queda exento de ello. Es una presencia sutil que va habitando el alma de quien reza. No puede enseñarse, hay que realizar la experiencia y es en esa experiencia que se toma conciencia de que también es la oración de los místicos. Ayuda en su ritmo a conquistar un estado de oración, a darnos cuenta que es una expresión de amor no acotada a un momento. Sostiene un particular ritmo de alabanza y reconocimiento. A quienes realizan la práctica del rezo del rosario, a veces les basta con rozar sus cuentas para predisponer el alma, para tomar conciencia de que uno no es un absoluto en sí mismo, que el amor de Dios Padre nos sostiene y acompaña siempre, y que la maternidad de María es una realidad presente.

Me imagino que muchos han escuchado una canción en la que se repite “Vos sos mi obsesión”, como una declaración de amor. “El rosario es la oración de los obsesionados por María”, podría decir alguno. ¡No, de ninguna manera! “No hay que confundir aserrín con pan rallado”, decía mi abuelo. La obsesión tiene más que ver con el fanatismo que con la auténtica devoción. Hay muchos fanáticos del rosario, muchos que son casi “mariolátricos”. Nada tiene que ver con ello esta práctica. Bien claro tenemos que María no es Dios, bien claro tenemos que es nuestra Madre; ni castradora, ni posesiva, sino aquella que nos conduce a Jesús: es rezar junto a Ella —que nos antecedió en el camino de la fe, que es nuestra maestra, que dijo un sí que transformó la Historia, que guardaba todos los misterios de Jesús en su corazón— para acercarnos más y mejor a su hijo, nuestro Señor.

La oración es un encuentro. Santa Teresa tiene una expresión que define la oración de una manera tan simple como profunda: “La oración es tratar de amistad con quien sabemos nos ama”. ¡Qué hermoso! Propone un trato de amistad, cercano, lejos de cualquier protocolo, a corazón abierto, remarcando que podemos estar plenamente confiados porque es ante quien “sabemos nos ama”, quien ningún daño puede ocasionarnos sino todo lo contrario: puede sanarnos, liberarnos, expandirnos. En el rezo del rosario se hace esta experiencia. No pocas veces mientras se recorren los Ave María en presencia de uno de los misterios, el corazón y los pensamientos recorren nombres, situaciones, dolores, proyectos, deseos y angustias que se van entretejiendo entre la plegaria. Justamente su dimensión letánica posibilita un “sostenimiento habitado”: no es una repetición tipo cadena de producción alienante, es la gota perseverante y delicada que orada la piedra. Su práctica penetra en los lugares más recónditos de nuestro ser, mostrándonos que hay honduras de nosotros mismos que aún desconocemos.

Las cuentas del rosario nos ayudan para todo tipo de oración letánica. Una muy conocida es la llamada Oración de Jesús. Quien quiera profundizar en ella le recomiendo la lectura de “Relatos de un peregrino ruso”. La oración dice: “Señor Jesucristo, Hijo del Dios vivo, ten piedad de mi”. Corta, sencilla, con profunda carga de sentido. Por un lado el reconocimiento de Jesús como el Señor, el Cristo y el hijo de Dios. ¡Toda una auténtica confesión de fe! Y por el otro nuestra aceptación de pequeños necesitados de su amor. La palabra “piedad” tiene más que ver con la delicadeza amorosa que con la connotación que le damos de “perdona vidas”. Quien pase las cuentas repitiendo en cada una de ellas esta pequeña oración —cuando va de camino, en bici, esperando el colectivo, en una breve caminata en el lugar de trabajo o estudio—, con el tiempo experimentará que afina el vibrar de su campana interior.

De la misma manera, pueden sumarse infinitas oraciones cortas que cargan significación en la propia vida. Si son bíblicas, mejor: la Palabra de Dios carga otra fuerza. Tomar por ejemplo la expresión de algún Salmo: “Yo confío en ti Señor, Tú eres mi Dios, mi destino está en tus manos” (Salmo 30). La oración letánica es la breve expresión del enamorado, quien no necesita de grandes sensaciones, sino de la continua y cuidada expresión del “te quiero

¡Manos a la obra! Podríamos escribir mucho sobre la importancia del abrazo, pero les aseguro que ninguna palabra tendría la fuerza de recibir un abrazo: hay que buscar la experiencia. En un comienzo la oración del rosario puede resultar extraña. Su repetición nos descoloca, puede pesar más lo del principiante que lo del místico, pero les aseguro que los grandes tesoros se les regalan a los perseverantes. Puede comenzarse con una decena, y dejar que el corazón mande. Aprovechar las caminatas, las esperas, los traslados, y dejar que obre. Basta que se comience llevando un rosario encima, en el bolsillo, que se comience a “jugar” un poco con él…. Lo demás lo dejamos en manos de Dios y de María. ¿Cómo se reza? No faltará quien pueda enseñarte: en tu colegio, en tu parroquia, en tu casa, seguro encontrarás a alguien que ya descubrió su secreto.

 José Luis Gerlero

viernes, 23 de mayo de 2025

María es el socorro ante las tribulaciones

 


Del sitio Fundación Cari Filii:

Si se trata de honrar a la Madre de Dios, ¿qué mejor que seguir una recomendación de su más activo devoto, San Luis María Grignion de Montfort? En su Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen, entre las numerosas prácticas que aconseja, figura el rezo frecuente del Salterio que San Buenaventura compuso en honor de María, "tan tierno y devoto que no puede rezarse sin conmoverse". Consta, para cada día de la semana y para las ocho horas canónicas de la jornada (maitines, laudes, prima, tercia, sexta, nona, vísperas y completas), de oraciones, cánticos y salmos inspirados en los bíblicos, pero no dirigidos al Creador, sino a su criatura más perfecta.

Como esta plegaria de los laudes del sábado, que tan bien sintetiza todos los motivos que nos empujan a consagrarnos a Nuestra Señora:

"¡Escuchen, cielos, lo que diré de María! ¡Escucha, tierra, la palabra de mi boca!
Glorifíquenla siempre conmigo y ensalcemos su nombre por los siglos.
Generación malvada y perversa,
¡reconoced a Nuestra Señora como vuestra Salvadora!
¿Acaso no es tu Madre quien te aceptó y te engendró en la fe?
Si tú la abandonas, no eres amigo del sumo Rey; pues, sin Ella, Él no te salvará.
Solo la sabiduría y la inteligencia pueden prever el final.
Tal como los niños sin su nutricia no pueden vivir,
de igual modo sin Nuestra Señora no existe salvación.
Por lo tanto, que tu alma se aferre a ella, no la rechaces, y entonces te bendecirá.
Que tu boca esté llena de su alabanza, canta todo el día su magnificencia."


jueves, 22 de mayo de 2025

El libro sobre María que el demonio luchó para que no se publique

 

Del sitio ACI Prensa:

En el pasado, el demonio intentó, sin éxito, evitar que se difundiera el "Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen" de San Luis María Grignon de Montfort, que propone un método de consagración a Jesús por medio de la Virgen María, y que ha sido adoptado por grandes santos como los papas San Juan Pablo II y San Pío X.

El Tratado estuvo extraviado 130 años. Al ser hallado fue reconocido por su autenticidad y pureza doctrinal por el Papa Pío IX en un decreto del 12 de mayo de 1853, un año antes de la promulgación del dogma de la Inmaculada Concepción.

En el manuscrito, el santo vaticina la persecución de su obra, su casi desaparición y los padecimientos que él mismo viviría por revelar la doctrina que explica la función de la Santísima Virgen en el plan divino de la salvación y en la vida del cristiano.

"Preveo claramente que muchas bestias rugientes llegan furiosas a destrozar con sus diabólicos dientes este humilde escrito y a aquel de quien el Espíritu Santo se ha servido para redactarlo o sepultar, al menos, estas líneas en las tinieblas o en el silencio de un cofre a fin de que no sea publicado" (VD 114).

San Luis María Grignon de Montfort sufrió un intento de asesinato y su Congregación de los Misioneros de la Compañía de María recibió diversos ataques en tiempos de herejías, como el jansenismo o el iluminismo.

"Atacarán, incluso, a quienes lo lean y pongan en práctica. Pero, ¡qué importa! ¡Tanto mejor! Esta perspectiva me anima y hace esperar un gran éxito, es decir, la formación de un escuadrón de aguerridos y valientes soldados de Jesús y de María, de uno y otro sexo, que combatirán al mundo, al demonio y a la naturaleza corrompida, en los tiempos, como nunca peligrosos, que van a llegar" (VD 114).

Por su contenido, el manuscrito compuesto cerca del año 1712 siempre fue objeto del odio del demonio, sin embargo no pudo desaparecerlo.

Fue sepultado "en las tinieblas y el silencio de un cofre" (VD 114) y ocultado en un la capilla de un campo francés; tiempo después pasaría a la biblioteca de la Compañía de María en la Casa Madre (Francia), donde sería descubierto por el P. Pedro Rautureau el 29 de abril de 1842.

La primera publicación del Tratado se hizo en 1843. Desde entonces se ha convertido en uno de los libros más apreciados del catolicismo contemporáneo y uno de los que más han contribuido a fomentar la piedad cristiana en el mundo entero.

El mismo santo explica en su obra que esta devoción es el camino más "fácil, corto, perfecto y seguro para llegar a la unión con Dios, en la cual consiste la perfección cristiana" (VD 152).

"Por esta devoción entregas a Jesucristo, de la manera más perfecta –puesto que lo entregas por manos de María–, todo cuanto le puedes dar y mucho más que por las demás devociones, por las cuales le entregas solamente parte de tu tiempo, de tus buenas obras, satisfacciones y mortificaciones. Por esta consagración le entregas y consagras todo, hasta el derecho de disponer de tus bienes interiores y satisfacciones que cada día puedes ganar por tus buenas obras, lo cual no se hace ni siquiera en las órdenes o institutos religiosos". (VD 123)

Para defender esta postura señala que "la Iglesia, con el Espíritu Santo, bendice primero a la Santísima Virgen y después a Jesucristo: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús (Lucas 1, 42). Y esto, no porque la Virgen María sea mayor que Jesucristo o igual a Él, lo cual sería intolerable herejía, sino porque para bendecir más perfectamente a Jesucristo hay que bendecir primero a María". (VD 95)

El Beato Papa Pío IX afirmó que la verdadera devoción propuesta por San Luis María es la mejor y más aceptable, mientras que el Papa San Pío X aprobó la fórmula de consagración del santo.

San Juan Pablo II se reconoció deudor de San Luis María Grignon de Montfort al adoptar como lema episcopal "Totus tuus" (Todo tuyo), fórmula de consagración a María del fundador francés y uno de sus lemas marianos.

Asimismo expresó en la encíclica Redemptoris Mater (La Madre del Redentor), que le era grato recordar "la figura de San Luis María Grignion de Montfort, el cual proponía a los cristianos la consagración a Cristo por manos de María, como medio eficaz para vivir fielmente el compromiso del bautismo".

Más adelante, al final de su vida, en una carta dirigida a la familia montfortiana en el año 2003, el Papa Wojtyla contó que en su juventud la lectura del "Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen" le ayudó mucho porque allí encontró la respuesta a sus dudas sobre el temor del culto excesivo a María que podría dejar de lado la supremacía del culto a Cristo.

"Bajo la guía sabia de San Luis María comprendí que, si se vive el misterio de María en Cristo, ese peligro no existe. En efecto, el pensamiento mariológico de este santo 'está basado en el misterio trinitario y en la verdad de la encarnación del Verbo de Dios'", señaló el Pontífice polaco.

También señaló: "la doctrina de este santo ha ejercido una profunda influencia en la devoción mariana de muchos fieles y también en mi vida. Se trata de una doctrina vivida, de notable profundidad ascética y mística, expresada con un estilo vivo y ardiente, que utiliza a menudo imágenes y símbolos".

En la actualidad congregaciones y grupos de la Iglesia como el Movimiento Lazos de Amor Mariano (LAM) preparan a miles de fieles en diversos países que desean consagrarse a la Madre de Dios a través del método de San Luis María.

Diego López Marina

miércoles, 21 de mayo de 2025

Católicos del mundo participaron de las Olimpíadas del Rosario


 Del sitio María de Nazareth:

La asociación Hosanna.org, una red social de oración católica con sede en París, se asoció con la aplicación Rosario para organizar sus propias “Olimpiadas del Rosario” a la par que se celebraban los Juegos Olímpicos de 2024.

Inspirados por las extraordinarias hazañas de los atletas, los Juegos Olímpicos del Rosario alientan a los católicos a imitar el esfuerzo de estos en su vida de oración”, dijo Cassandre Verhelst, coordinadora de la edición inglesa de Hosanna, en una entrevista concedida a Catholic Vote el 26 de julio de 2024.

Estos atletas dan toda su vida y todo lo que tienen a una causa”, subrayó Cassandre Verhelst, señalando que Jesús es “la causa” más cercana al corazón de todos los cristianos. “La idea era que, durante los Juegos Olímpicos, aceptáramos el reto de adquirir el hábito de rezar una parte del Rosario todos los días”.

Los Juegos Olímpicos de París comenzaron el viernes 26 de julio y continuaron hasta el 11 de agosto de 2024. Los participantes descargaban la aplicación y después debían rezar una decena del Rosario todos los días junto con otras cuatro personas. “Promovemos mucho la comunión de los santos y la oración en común”, ha explicado Cassandre Verhelst en París y en otras partes del país.

Creo que lo más impresionante es que los jóvenes franceses están comprometidos y tienen una manera real de dar testimonio de su fe”, dijo la Sra. Verhelst a Catholic Vote. 

07-octubre-2024

martes, 20 de mayo de 2025

Cultiva las cuentas, hace Rosarios y los regala

 

Del sitio Píldoras de Fe:

Las cuentas que cultiva van a su taller, donde las convierte en Rosarios devocionales que entrega libremente a cualquiera que le pregunte.

Durante la mayor parte de su vida, August Bueltel, de Savage, Estados Unidos rara vez sostenía un rosario.

Ahora, él: los cultiva. En el patio trasero de su modesta casa, unas corrientes de aguas de 90 años nutren plantas conocidas como "Lágrimas de Job". Él recoge los granos redondos cuando maduran a fines del verano y los usa para las cuentas de rosario.

Desde el patio, las cuentas grises van a su taller del sótano, donde las convierte en recuerdos devocionales que entrega libremente a cualquiera que pregunte. Él lleva a la mayoría de ellos a su parroquia San Juan Bautista en Savage, donde se venden en una pequeña tienda de regalos. 

Bueltel, relata su historia: "Un amigo mío me dio 11 semillas en el año 2003... Me dijo que mi suelo era mejor. Entonces, planté esas 11 semillas. Diez de ellas crecieron, y se las di todas, y él hizo rosarios con ellas. Me dio algunas. Luego, después de eso, mi esposa (Arlean) me recomendó que aprendiera a hacer los rosarios".

Ahora, el Señor Batuel, atiende su jardín con diligencia, observando los granos a medida que maduran, y recogiéndolos individualmente después de una inspección minuciosa. Son de color negro en la vid, luego se vuelven de color gris medio a los pocos días de la recolección. Él los ata con un delgado alambre en su sótano, luego coloca un crucifijo de metal en cada hilo terminado de cinco decenas.

Él, ahora no tiene ninguna pista de cuántos rosarios hace al año. La mejor cifra que puede encontrar es más de 10 y menos de 500, solo está contento con lo que hace.

Lo que si le lleva un mejor seguimiento es al número de cuentas que crece en su jardín: "Apostaría que este año obtendré más de mil... Tengo 200 cuentas de una planta".

Cuando se le preguntó por qué seguía creciendo año tras año, simplemente dijo: "Me mantiene ocupado y disfruto trabajando en ello".

Pero hay un significado más profundo para el oficio, uno que está ligado a un despertar espiritual. Al respecto, el Señor Batuel comentó: "Le diré qué: Antes de esta experiencia, realmente yo no rezaba el rosario. Pero ahora sí. Entonces, algo bueno salió".

El Señor Batuel se ha dedicado desde entonces a la oración, yendo a la iglesia todas las mañanas de los fines de semana y asiste al rosario y participa de la misa.

"Es una de mis principales cosas... Otros deberían seguir este ejemplo... El problema con el mundo, es que muy pocas personas rezan".

Uno de los rosarios más importantes que hizo fue para el arzobispo Bernard A. Hebda, pastor de la archidiócesis. Le envió uno por sugerencia de su ex pastor, el padre Michael Tix, quien ahora trabaja como vicario episcopal de la archidiócesis para el clero y los servicios parroquiales.

La respuesta que recibió Bueltel es ahora un recuerdo que guarda en su corazón: "Fue solo una bonita carta de agradecimiento"

Esa es toda la recompensa que necesita. Batuel no acepta dinero por su trabajo e insiste siempre: "Ese no es el punto".

Qriswell Quero 
Venezolano
esposo y padre de familia

 

lunes, 19 de mayo de 2025

Rosario por el Papa León XIV y por la Juventud

 

Del sitio InfoCatólica:

El "Rosario por la Juventud" está convirtiéndose en una tradición mariana en una moderna ciudad como Madrid, a la que acuden cientos de peregrinos.

Es ya la quinta edición. En 2022, uno de los organizadores, Emilio Esteban-Hanza, contaba tres motivos:

  1. El de realizar una manifestación pública de la Fe, porque la Fe sin obras es una Fe muerta y todo joven católico tiene el deber de dar testimonio de su Fe a través de su ejemplo de vida y de su piedad.

  2.  El objetivo, que considero que se logró, fue el del apostolado. La Fe crece dándola. La Fe no consiste en un sálvese quien pueda. La Fe es un tesoro que no podemos reservar para nosotros mismos, sino que tenemos el deber de compartir y transmitir a todo aquel que nos rodea: id por el mundo y proclamad el Evangelio.

  3. Y el último objetivo fue dar testimonio de que la Fe Católica está viva en nuestra sociedad y en Occidente. Que la llama sigue viva en nuestras almas y en la de millones de hermanos en la Fe en todo el mundo.

Esta edición del Rosario tiene como intención especial unirnos en oración con toda la Iglesia Católica dando gracias a Dios y a la Santísima Virgen por la elección del Papa, para rezar por él, y también para pedir por la juventud católica de España, pidiendo por su crecimiento en la fe y su fortaleza ante los desafíos actuales. Siguiendo la revelación que la Santísima Virgen hizo a San Antonio María Claret, "En el Rosario está cifrada la salvación de España".

En un ambiente de recogimiento y oración, los asistentes recorrerán algunas de las calles más emblemáticas de la capital, como la Calle Mayor, la Plaza de Callao y la Gran Vía, rezando el Rosario de manera pública y comunitaria. Un vehículo con megafonía acompañará la marcha para guiar la oración.

Tras la asistencia de ediciones anteriores, en las que participaron entre 2.300 y 3.500 personas, se espera que este año la convocatoria vuelva a reunir a miles de fieles en un acto de unidad y devoción.

El Santo Rosario cuenta con los permisos necesarios y se han coordinado medidas de seguridad con las autoridades para garantizar su desarrollo en un ambiente ordenado y pacífico.

La Asociación del Rosario por la Juventud de España anima a jóvenes, familias y fieles de todas las edades y de todo el mundo a sumarse a este acto de devoción mariana.

domingo, 18 de mayo de 2025

El Rosario es una escuela de oración

 

Adaptado del sitio Píldoras de Fe:

"Es necesario un cristianismo que se distinga ante todo en el arte de la oración". Así plasmó San Juan Pablo II su visión del Cristianismo en la carta Novo Millenio Ineunte.

Para hacerlo realidad, contamos con una gran maestra: la Virgen María que quiere tenernos como discípulos en la escuela del Rosario.

A través del Rosario podemos aprender muchas cosas sobre la vida de Jesús y sobre la humildad de María, nuestra Madre, quien nos ha revelado grandes cosas a través del Rezo del Santo Rosario.

1. Aprendemos a orar con el Maestro

Con el Rosario, aprendemos a orar viendo a un gran maestro de oración.

Si el mejor modo de aprender a orar es a través del testimonio de un gran orante, qué mejor que contemplar junto a María y desde el corazón de María el Corazón de Jesús.

Al recorrer uno a uno los misterios, es fácil contemplar la oración de Jesús: al nacer, al predicar, al morir, al resucitar, encontramos a Jesús orando, inseparable al Padre, en continuo diálogo interior con el Espíritu Santo.

Con María, en silencio, recorremos Sus pasos, y oramos sobre ellos, acompañando a Jesús en su oración y en su oblación al Padre por todos los hombres.

2. El Rosario nos enseña la oración vocal

El Rosario nos enseña lo que es la oración vocal, invitándonos a rezar el Ave María con pleno sentido.

Existe una canción sevillana muy hermosa que dice: "No quiero ni pensar que se enfade mi Virgen del Rocío si no le rezo la Salve con todos los cinco sentidos." El método repetitivo favorece la asimilación. Aún así, no se trata de repetir el Ave María de manera rutinaria y aburrida, sino como expresión de amor. Como en el amor humano, decimos una y otra vez las mismas frases de afecto, pero el sentimiento renovado las hace siempre nuevas. Además, "si la repetición del Ave Maria se dirige directamente a María, el acto de amor, con Ella y por Ella, se dirige a Jesús." (RVM, 26)

3. El Rosario es oración meditativa.

Sin meditación y sin contemplación, el Rosario se reduce a la repetición de fórmulas. Y el Rosario no es repetición de fórmulas, es meditación de la vida de Cristo, para más conocerlo, amarlo e imitarlo. Y esto, con un corazón cargado de afectos.

El Rosario es dirigirse a Jesús con María y desde el corazón de María. ¿Cómo es el trato de María con Jesús? Sin duda, cargado de afectos, Cuando bastan pocas palabras para decir mucho, quiere decir que el corazón está hablando de muchas otras maneras.

Así parece ser cuando María se dirige a Jesús en Jerusalén y en Caná. Y una de las respuestas más afectuosas de María al contemplar la vida de Jesús entrelazada con la suya fue precisamente un silencio contemplativo.

4. El Rosario nos enseña a contemplar.

María es nuestro modelo de contemplación.

"La contemplación de Cristo tiene en María su modelo insuperable".

El rostro del Hijo le pertenece de un modo especial. Ha sido en su vientre donde se ha formado, tomando también de Ella una semejanza humana que evoca una intimidad espiritual ciertamente más grande aún.

Nadie se ha dedicado con la asiduidad de María a la contemplación del rostro de Cristo. Los ojos de su corazón se concentran de algún modo en Él ya en la Anunciación, cuando lo concibe por obra del Espíritu Santo; en los meses sucesivos empieza a sentir su presencia y a imaginar sus rasgos.

Cuando por fin lo da a luz en Belén, sus ojos se vuelven también tiernamente sobre el rostro del Hijo, cuando lo "envolvió en pañales y le acostó en un pesebre" (Lucas 2, 7).

Desde entonces su mirada, siempre llena de adoración y asombro, no se apartará jamás de Él. Será a veces una mirada interrogadora, como en el episodio de su extravío en el templo: "Hijo, ¿por qué nos has hecho esto?" (Lc 2, 48); será en todo caso una mirada penetrante, capaz de leer en lo íntimo de Jesús, hasta percibir sus sentimientos escondidos y presentir sus decisiones, como en Caná (cf. Juan 2, 5); otras veces será una mirada dolorida, sobre todo bajo la cruz, donde todavía será, en cierto sentido, la mirada de la "parturienta", ya que María no se limitará a compartir la pasión y la muerte del Unigénito, sino que acogerá al nuevo hijo en el discípulo predilecto confiado a Ella (cf. Jn 19, 26-27); en la mañana de Pascua será una mirada radiante por la alegría de la resurrección y, por fin, una mirada ardorosa por la efusión del Espíritu en el día de Pentecostés (cf. Hch 1, 14). (RVM, 10)

5. El Rosario nos facilita el encuentro personal con Cristo.

María, la Madre de Jesús y Madre nuestra, nos lleva delante de Cristo y le dice: "Aquí te los traigo, quieren verte"; "Tienen sed, Tú eres el agua viva"; "No tienen vino".

María nos ofrece su Hijo como lo hizo con los pastores y los magos, para que le reconozcamos (Lucas 2,12-18), para que le tomemos en nuestros brazos y le adoremos (Lucas 2,28), para que recibamos en Él todo el amor de Dios (Lucas 2, 38; Lucas 1, 41-42)

6. El Rosario nos enseña a orar en el Espíritu.

No hay oración sin el Espíritu Santo. María lo hacía todo con el Espíritu Santo. Qué gran pareja formaron los dos.

La sinergia de la energía del Espíritu y la disponibilidad generosa de María dieron como resultado a Cristo mismo.

"El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra por eso el niño que va a nacer se llamará Hijo de Dios" (Lucas 1, 35)

Cuando rezamos el Rosario, María quiere que el Espíritu Santo penetre en nuestras almas de la manera en que lo hizo el día de la Anunciación en su casita de Nazaret (cf Lc 1,38) y el día de Pentecostés en el Cenáculo (cf Act 1, 14)

Definitivamente, como lo dijo San Juan Pablo II: "El Rosario es un tesoro que recuperar"

Y esto vale no sólo para quienes no lo rezan, sino para todos los que, aunque tengamos el hábito, podemos recuperar frescura y profundidad en el modo de rezarlo. El Rosario es una escuela de oración que debemos poner en práctica ya.

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