jueves, 6 de marzo de 2025

La importancia del Ave María según San Luis María Grignion de Monfort

 


Del sitio María de Nazareth:

En su Tratado de la verdadera devoción, San Luis María Grignion de Montfort (1673-1716) explica la importancia, el poder y la fecundidad de la oración del Ave María.

El Ave María (o Ave María, Alégrate María) retoma las palabras que el ángel dijo a María el día de la Anunciación, que es también el día de la Encarnación y la aurora de nuestra salvación (Lucas 1, 26-38).

Por eso, dice san Luis María de Montfort: "Grandes santos... han predicado públicamente que, desde que la salvación del mundo comenzó con el Ave María, la salvación de cada individuo estaba ligada a esta oración; que fue esta oración la que hizo que la tierra seca y estéril diera el fruto de la vida, y que es esta misma oración, bien dicha, la que debe hacer germinar en nuestras almas la palabra de Dios y dar el fruto de la vida, Jesucristo ; que el Ave María es un rocío celestial que riega la tierra, es decir, el alma, para hacerla dar su fruto a su debido tiempo; y que un alma que no es regada por esta oración o rocío celestial no da fruto y sólo da zarzas y espinas, y está lista para ser maldecida." 

"Este es el cumplido más perfecto que puedes hacer a María, pues es el cumplido que el Altísimo le envió por medio de un arcángel para ganar su corazón; y fue tan poderoso en su corazón, por los secretos encantos de que está lleno, que María dio su consentimiento a la Encarnación del Verbo, a pesar de su profunda humildad.

También con este elogio te ganarás infaliblemente su corazón, si lo dices como es debido.

Según los santos, el Ave María, bien dicha, es decir, con atención, devoción y modestia, es el enemigo del demonio, que lo pone en fuga, y el martillo que lo aplasta, la santificación del alma, la alegría de los ángeles, la melodía de los predestinados, el himno del Nuevo Testamento, el placer de María y la gloria de la Santísima Trinidad.

El Ave María es un rocío celestial que fecunda el alma; es un beso casto y amoroso que damos a María, es una rosa rubicunda que le presentamos, es una perla preciosa que le ofrecemos...".

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