Del sitio Word on Fire:
En El Señor de los Anillos, la Dama Galadriel hace un regalo a Frodo cuando éste abandona Lothlórien: una ampolla, de algún modo llena de la luz de Eärendil, la estrella que sirve como una especie de Polaris o Estrella de la Mañana para guiar a los Eldar (elfos) a las Tierras Imperecederas. Cuando Galadriel le da la ampolla a Frodo, expresa el propósito de su regalo: "Que te sirva de luz en los lugares oscuros, cuando todas las demás luces se apaguen". Frodo utiliza por primera vez la ampolla como luz en la guarida de Shelob, una cueva que desprendía una "sensación de malicia tan intensa que Frodo se tambaleó" (El Señor de los Anillos, IV.9). Mientras levanta la ampolla en alto, exclama "¡Aiya Eärendil Elenion Ancalima!", que se traduce como "¡Salve Eärendil, la más brillante de las estrellas!". Al oír sus palabras, la luz brilla con más intensidad. Más tarde, cuando Sam usa la ampolla, grita:
O Elbereth Gilthoniel
o menel palan-diriel
¡le nallon sí di'nguruthos!
¡A tiro nin, Fanuilos!
Oh Elbereth Starkindler,
desde el alto firmamento mirando a lo lejos,
¡a ti clamo en medio de este horror!
Mírame con bondad, Dama Siempre Pura.
Para los que no sean frikis de Tolkien, Elbereth (o Varda) es la Reina de las Estrellas en la mitología de Tolkien. A las palabras de Sam, la luz "flameó como una estrella que saltando del firmamento abrasa el aire oscuro con luz intolerable".
Dada por Lady Galadriel y fuente de luz a través de la oración, la ampolla es para nosotros una imagen del Rosario. La Santísima Virgen María, la más bella de todas las mujeres, nos dio el Rosario como luz en los lugares oscuros. Al rezar el Rosario, clamamos a María, la Estrella de la mañana, para que nos guíe al Cielo en su Hijo. Al susurrar nuestras Aves, pedimos a la Reina del Cielo, la Mujer vestida de estrellas, Su ayuda en los momentos más oscuros de la vida. Incluso la oración de Sam a Elbereth es sospechosamente similar al Salve Regina, que rezamos para terminar el Rosario: "¡Salve, Santa Reina... a ti clamamos... en este valle de lágrimas! Vuelve pues, clementísima abogada, tus ojos de misericordia hacia nosotros".
Podemos identificar tres efectos de la ampolla que también se aplican al Rosario. En primer lugar, la ampolla ilumina el camino de los hobbits para que no tropiecen: Rezando el Rosario, crecemos en gracia y podemos así comprender mejor el camino que debemos seguir. Tenemos fe en que, rezando a Dios por la poderosa intercesión de la Madre de Dios, Él nos acercará a Sí, en Quien está toda nuestra alegría. En segundo lugar, la ampolla da esperanza a los hobbits. A pesar de las pruebas a las que se enfrentan, la luz de Eärendil les recuerda las grandes historias sobre cómo otros han triunfado sobre el mal y cómo, por encima de toda la oscuridad de Mordor, todavía hay belleza, bondad y verdad. El Rosario de María es una fuente de esperanza para nosotros, pues meditando en la vida de Cristo y caminando con Él, llegamos a comprender aún más que la muerte no es un obstáculo para la vida de los santos.
Pero el Rosario en sí es mucho más poderoso que la ampolla. Es una oración que puede ser una petición, una meditación, una oración de acción de gracias, una oración de alabanza, incluso una oración de reparación por los pecados. Sin embargo, hay algo que el Rosario no es: una solución instantánea a todos nuestros problemas. En la oración final del Rosario, pedimos que podamos imitar lo que contienen los misterios y obtener lo que prometen. Es fácil olvidarse de la primera intención mientras se reza fervientemente por la segunda, pero son un conjunto. Debemos imitar lo que contienen los misterios, todos los misterios, desde la Anunciación, pasando por la Crucifixión, hasta la Resurrección y más allá. El Rosario no quita el dolor de esta vida, sino que nos ayuda a ver nuestro sufrimiento en la Cruz de Cristo. Alegrémonos, pues, sabiendo con viva esperanza que la Santísima Virgen María nos conducirá, a través de todo lo que se nos presente, hasta su Hijo y Señor nuestro, Jesucristo.
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