Janet Russell, de la ciudad de San Diego, EE.UU., viajó a Lourdes con una de sus hijas, Michelle, en la peregrinación anual de la Orden de Malta.
Lourdes siempre ha ocupado un lugar especial en el corazón de Janet, ya que su madre le decía constantemente que descendía de Jeanne Abadie, la joven amiga de Bernardita Soubirous, la cual, el 11 de febrero de 1858, fue a la Gruta de Lourdes para recoger leña y tuvo la gracia de encontrarse con la Santísima Virgen.
"El día de mi 51 cumpleaños comenzó mi vida de “enferma”. La palabra “enferma” se convirtió en parte integrante de mi identidad, desde que en un examen rutinario me diagnosticaron un linfoma folicular. El cáncer no era el regalo de cumpleaños que esperaba, pero el viaje espiritual en el cual estaba a punto de embarcarme realmente cambiaría mi vida y me aportaría un don de comprensión que siento la responsabilidad de compartir", afirma Janet en su testimonio, publicado el 21 de agosto en el portal de Angelus News de la diócesis de Los Angeles.
Janet estaba convencida de que cada persona que peregrinaba a Lourdes lo hacía por invitación de la Santísima Virgen. Su historia tan solo era un ejemplo. A ella le hubiese gustado ir en el año 2020, pero la pandemia cambió sus planes. Para ella, fue una especie de bendición.
Pudo ir en 2023 con su hija Michelle, que tan solo tiene 16 años (algunos años más que Bernardita y su amiga Jeanne Abadie durante las apariciones de 1858).
Los hospitalarios de la Orden de Malta se hicieron cargo de Janet, la ayudaron durante toda la peregrinación y, gracias a su ayuda, pudo ser plenamente receptiva a las bendiciones de Dios.
"El amor, la atención y la amistad que sentí por parte de cada caballero, dama, médico, enfermero, sacerdote e, incluso, de los jóvenes voluntarios de la Orden de Malta, es algo que no olvidaré jamás. Cuando una dama me lavó los pies en la iglesia, ese fue el gesto de una verdadera sierva de Cristo. En efecto, sentí el amor de Jesús y de su Madre a través de cada uno de ellos. Era un pedacito de cielo en la tierra", explica Janet.
Es difícil contar todas las gracias que recibió durante su semana en Lourdes. Su objetivo principal era visitar la Gruta, que encontró aún más bonita de lo que se había imaginado. El agua fluía con delicadeza del nacimiento de la Gruta, la misma que Bernardita descubrió el 25 de febrero de 1858 en respuesta a la llamada que la Señora de Massabielle le había hecho: "Ve a beber y a lavarte en la fuente".
Después de haber tocado la roca como millones de peregrinos, Janet y su hija depositaron sus intenciones de oración en la urna colocada para ese fin en la Gruta. Esas intenciones se unieron a todas las recogidas por la Orden de Malta en Los Ángeles durante la misa del Día Mundial del Enfermo.
Madre e hija realizaron el gesto del agua y sintieron una intensa emoción: "Experimenté un sentimiento de purificación y una renovación de la fe, así como un amor y una unión muy profunda con mi querida hija".
Además, las dos peregrinas realizaron el camino de Bernardita, siguiendo los clavos dorados que guían a los peregrinos y turistas a través de un recorrido histórico por Lourdes. De esta forma, siguieron los pasos de Bernardita y Jeanne Abadie.
Los peregrinos siempre están invitados a pasar por la capilla de la reconciliación, realizar el viacrucis y rezar de forma individual delante de la Gruta de Massabielle.
Frente a la Gruta, Janet Russell pudo reflexionar y pensar sobre su dolor y la confusión que sintió en su primer diagnóstico y, a su vez, el claro contraste con la paz y el amor que experimentó en los años posteriores a aquel día. Para Janet, la confesión fue un momento privilegiado en el cual pudo liberarse de todo aquello que tenía que sanar y perdonar.
Nuestra Señora de Lourdes dijo a Santa Bernardita: "No te prometo hacerte feliz en este mundo, sino en el otro. ¿Podrías venir aquí durante quince días?". Millones de peregrinos siguieron a Santa Bernardita y aceptaron la invitación de Nuestra Señora. Aunque sepan que no encontrarán la felicidad eterna en esta vida, los momentos de alegría que sienten al estar cerca de nuestra Santa Madre son una experiencia que no olvidarán jamás.
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