Cuando el Espíritu Santo nos regala un momento de intimidad con María, nos cubre un abrazo maternal. Las distancias entre la tierra y el cielo se acortan. Las penas se van disipando poco a poco en un manto de paz.
Rezar el rosario es entregarle un ramo de rosas a nuestra Madre. Cada frase lleva de la mano una intención; diferentes personas que vienen a la mente mientras le contamos a la Virgen nuestras alegrías y preocupaciones.
Meditar los misterios que nos propone la Iglesia es una bendición en sí misma. Nos permite sentirnos parte de la historia de Salvación, recordar que el amor ya venció a la muerte.
Santa María, ruega por nosotros en todo momento. Intercede para que nos demos el tiempo necesario para orar a corazón abierto, sin prisas. Que no perdamos de vista que el rosario es uno de los más dulces caminos para llegar al cielo.
El Rosario es una Larga Cadena que une el Cielo con la Tierra. (Santa Teresa de Lisieux)
Que así sea.
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